Artículo Negocios y Empresas

La psicología detrás de las tiendas pop-up y su potencial para empresas y marcas

Estos formatos permiten también romper con la rutina. Sacan a los consumidores de sus zonas de confort y hacen que descubran nuevos productos y nuevas potenciales pautas de consumo

Por Redacción - 9 Marzo 2017

Hay ciertos momentos en los que las tiendas pop-up son como una suerte de plaga. Ocurre en verano, cuando se convierten en una suerte de elemento omnipresente en todo destino vacacional de verano con ciertas pretensiones e incluso en los que no tienen tantas, donde se presentan de otra manera. Ocurre también en Navidad, durante la campaña, cuando surgen pop-ups de todas las temáticas que interesan durante las fiestas. Y ocurre igualmente de forma reiterativa en fechas especiales, como es el caso de los grandes días señalados que mueven mucho consumo. En todos esos momentos, en algún lugar, habrá una pop-up store vendiendo algo relacionado con esa cuestión, con ese día o con cualquier elemento que sirva de excusa para posicionarse.

Se podría decir que las pop-up stores son una especie de moda que ha ido ganando terreno en los últimos tiempos y que ha conseguido conectar con los consumidores partiendo de lo cool. Cuando arrancaron y se convirtieron en una especie de moda moderna, la idea resultaba especialmente novedosa, lo que las hacía especialmente llamativas. Hoy en día, cuando en realidad son más habituales que nunca, se podría pensar que han perdido en cierto modo algo de brillo. Han dejado de ser exclusivas y únicas.

Por tanto, ¿por qué sigue usando todo el mundo este reclamo? ¿Por qué las pop-up stores siguen funcionando?

No parece muy difícil establecer una "psicología de las pop-up stores" y extraer ciertas conclusiones sobre por qué parecen tan atractivas. Estas acciones juegan con un principio básico del consumo: ofrecen productos de forma limitada y específica. Solo se pueden consumir mientras esa tienda está operativa y solo se logra acceder a ellos en ese momento. Se está por tanto jugando con el poder de la oportunidad y, sobre todo, con el miedo a perderse algo (el famoso FoMO), que hace que se sienta temor a quedarse sin algo que se quiere tener o que interesa.

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