
Por Redacción - 24 Enero 2018
La marca blanca ha sido tradicionalmente asociada a un bajo precio y no necesariamente una calidad superior. Cuando compramos marca blanca lo hacemos porque buscamos ese ahorro y no porque la marca blanca vaya a darnos un producto especialmente diferenciado o muy diferente. Por ello, las marcas blancas no están a la vanguardia, no son líderes de diseño y no abren mercados, o al menos eso es lo que sentimos cuando nos relacionamos con ellas. A esto se suma que en sectores concretos, la marca blanca se vea de un modo todavía menos positivo. O al menos así se hacía hasta ahora.
Es lo que ocurre con el campo de la moda. La marca blanca no está asociada a productos de deseo, como puede ocurrir con la ropa de marca. Cuando compramos la marca blanca de una cadena de distribución, no lo hacemos porque su diseño sea rompedor sino más bien porque es barato y es un poco lo que tenemos a mano. Con excepciones y con sus momentos, pero en general nadie asociaría la marca blanca de moda de una cadena de hipermercados con ropa de gran calidad o con ropa de gran estilo.
Pero, de una manera bastante sorprendente, las cosas estás cambiando y lo están haciendo porque los consumidores cambian y porque los vendedores también están modificando lo que buscan y lo que ofrecen con sus marcas blancas.
De entrada, las grandes cadenas generalistas que están entrando en el mundo delas marcas blancas están intentando posicionarse con valores diferentes. "No estaban preocupados tanto por las unidades que vendían y no estaban centrados en los márgenes", explica a Bloomberg BusinessWeek una diseñadora de grandes marcas de moda con la que contactó Amazon para hacer ropa de mujeres para uno de sus sellos propios. "Estaban preocupados por la satisfacción del cliente. Querían opiniones de cinco estrellas", añade.
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