
A los consumidores les da igual que la mayoría de las marcas desaparezca
Por Redacción - 10 Octubre 2018
El ciclo de la vida de las marcas es similar al de prácticamente cualquier otra cosa. Se puede echar mano de hecho de aquel eslogan tan popular de una marca de insecticidas de hace unos años, en el que se prometía que los insectos nacían, se reproducían y que - gracias al producto - morían. Las marcas también nacen, viven y, para desesperación de sus gestores, en ocasiones (muchas ocasiones) también mueren.
Hacer que las marcas tengan una vida larga es complicado, muy complicado. El ratio de lanzamientos de productos, marcas y elementos que llegan al mercado y pronto desaparecen es muy elevado. Algunos estudios apuntaban a nivel global que el 85% de los nuevos productos fracasan y uno específico sobre gran consumo en España, elaborado por Esade Creápolis, indicaba que lo hacía en ese nicho el 55%. Muchos de ellos fracasaban, apuntaban en ese estudio, porque no eran accesibles al consumidor.
Sea por las razones que sea y sea todo lo traumático que sea para los responsables de las marcas y de las empresas, esta vida en el mercado reducida no es un problema real para los consumidores. A los ciudadanos las marcas les dan escasa pena y su desaparición del mercado no suele despertar grandes muestras de dolor.
Solo aquellas marcas que han tenido un peso social o que se asocian a cuestiones que los consumidores meten en lo sentimental logran que su desaparición o la amenaza de que esto ocurra se convierta en un tema noticioso y en un viral en redes sociales. Las demás, a los consumidores, le dan bastante igual.
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