
¿Son cada vez más indiferentes los consumidores al poder de la marca Apple y a sus productos?
Por Redacción - 4 Septiembre 2019
La historia de Apple es relativamente larga y muestra una historia de encumbramiento, crisis y redención. En su última fase, en la que se convirtió en la reina del mercado de los smartphones como gran dinamizadora de la categoría (Apple no inventó los smartphones, pero sí ha hecho que sean muy populares) y como epicentro de todo lo de tendencia, la compañía de Cupertino se ha ido asentando como una productora de objetos de deseo que además logra convertir todo ello en cifras impresionantes de ingresos. Apple se estableció como sinónimo de lo cool, pero lo cierto es que podría haber llegado ya el momento final de esa etapa. O, al menos, el momento en el que las cosas dejan de ser tan fáciles.
Apple está perdiendo brillo como marca objeto de deseo y lleva ya así unos cuantos meses. Quizás, el primer síntoma llegó desde China, donde los consumidores solían comprar iPhones como marcador social y donde empezaron a hacer lo propio con smartphones de los gigantes chinos.
No fue el único indicador. Los analistas empezaron a señalar que sus presentaciones habían dejado de ser novedosas y sorprendentes (porque sus productos también habían dejado de serlo) y los consumidores no estaban reaccionando con tanto entusiasmo como se habría esperado en el pasado por nuevas entregas de terminales que eran cada vez más caros. En su último trimestre, de hecho, los beneficios netos de Apple se redujeron y el iPhone no presentó los resultados tan impresionantes que se podría haber esperado. Las guerras comerciales, además, están teniendo a la compañía como daño colateral.
Pero además Apple podría estar siendo víctima del mercado y del hartazgo de los consumidores. Si antes sus productos lograban remar contracorriente (no hay más que pensar cómo el frenesí por sus caros teléfonos coincidió también con la crisis económica global), ahora puede que no lo consigan tanto. Los consumidores están viviendo un momento de inquietud y desazón, en el que no se sienten tentados a gastarse 1.000 euros en un móvil, y Apple está siendo una víctima de todo eso.
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