Con esta frase de "Cash is the King" muchos ejecutivos están resumiendo lo que, desde el primer día de declaración de la pandemia del coronavirus, está siendo la premisa de empresas y ciudadanos en todo el mundo occidental. Pese a que muchos gobiernos estén prometiendo e incluso ofreciendo inyecciones billonarias de liquidez, contar con cash propio, con papeles contantes y sonantes en nuestras manos, condicionará fuertemente la manera de poder hacer frente la que parece la peor crisis conocida.
Durante la primera fase de la crisis lo fundamental para todos, y los empresarios han jugado un papel importantísimo y comprometidísimo, ha sido la salvaguarda de la salud de los ciudadanos. Ahora ha llegado la segunda fase, mantener nuestros negocios, nuestro esfuerzo acumulado durante décadas. En todos los periódicos se leen frases de pequeños empresarios del comercio como "sin ayudas para soportar los gastos es imposible", "el pequeño comercio nos sentimos abandonados" e incluso acusaciones de oportunismo a los grandes supermercados y a las empresas que cuentan con tienda online.
El dinero no va a ser fácil para ningún empresario. El frenazo de la economía ha adquirido ya un tamaño gigantesco. Estamos en crisis, tenedlo claro. Por tanto, el dinero y la financiación deben venir por caminos distintos a los habituales. La época de conseguir dinero barato, financiación rápida para nuestro negocio, como hace un par de años, se ha esfumado. Sólo conseguirá financiación aquel negocio que de por sí cuente con una tesorería, un balance hipersaneado y un plan de negocio solvente que reduzcan su riesgo de impago. Recordemos que un banco es un negocio, y duros a cuatro pesetas no existen.
Durante estos días he reflexionado mucho sobre el futuro inmediato de las empresas y me he preguntado una y otra vez ¿qué debemos cambiar en nuestra forma de gestionar empresas y de trabajar? Para solucionar los problemas inmediatos de liquidez tengo claro que los créditos, en mi caso, pueden ser una opción, pero no la primera. Me inclino a buscar acuerdos y tomar decisiones solidarias con colaboradores, proveedores, inquilinos, acreedores, en definitiva, buscar soluciones inteligentes y no las fáciles de solicitar créditos, que no harán más que incrementar nuestra deuda en un momento en el que no conocemos cómo vamos a poder devolverla.
Esta crisis sanitaria, ha multiplicado exponencialmente la dependencia de las empresas de dispositivos tecnológicos y de las grandes empresas tecnológicas. La digitalización es y debe ser el objetivo primario de toda empresa durante la fase de desescalada. Las cifras de la Unión Europea hablan de que solo el 14% de las pymes cuentan con una estrategia de digitalización. Además de considerar que sin digitalización ya hace tiempo que no se puede llevar eficientemente ningún negocio, como empresario prefiero estar preparado digitalmente para minimizar mi exposición a otras situaciones futuras de cierre de actividad. Leyendo los datos de la UE al contrario, el 84% de las pymes no ha afilado el hacha en los tiempos de bonanza y, como decía en otro artículo hace unos días, en situaciones de estabilidad debemos planificar lo imprevisible.
La cuarentena ha provocado una caída del 50% en el consumo en España. Pero los consumidores han descubierto la compra online para abastecerse de alimentación, juguetes, sillas para teletrabajar... Un antes y un después en el eCommerce que generará una amplia nueva demanda estable de alimentos, farmacia, belleza, tecnología y gaming de forma online. Son tiempos espinosos en los que no podemos quedarnos anclados a la melancolía. Actúa, sé práctico y prepárate. Si la actividad de nuestro negocio está al ralentí, aprovechemos el momento para rearmarnos rápido. Si crees que tu negocio puede tener una penetración en el mercado diferente como el comercio online, analiza tus posibilidades, tu capacidad de inversión financiera y de recursos y procede.
A las crisis sólo sobreviven las empresas con suerte y las organizaciones que han sabido reorganizar sus sistemas de financiación, de búsqueda de clientes, su infraestructura y sus procesos internos, que cuentan con una dirección fuerte y que toman decisiones. Esta segunda tipología de empresas no sólo sobrevivirá a la crisis, sino que renacerá más fortalecida y vital que nunca.
Inteligencia en la financiación y búsqueda de tesorería, digitalización obligatoria, comercio online y reorganización del negocio son cuatro claves que creo pueden no sólo salvar nuestro negocio sino convertirnos en un actor importante en nuestro sector.
Pero todo esto no se puede llevar a cabo sin un arrojo personal de la propiedad y de la dirección de las empresas. Son tiempos de liderazgo real, sin máscaras, con un propósito humano corporativo y mucha comunicación, un liderazgo sincero y transparente con el mercado, clientes y, lo más importante, con los empleados.