Por Redacción - 18 Mayo 2020
Durante estas últimas semanas la "nueva normalidad" ha sido invocada por empresas, administraciones públicas y ciudadanos deseosos de pasar página a la crisis del coronavirus. El proceso de desescalada ha marcado una serie de pasos y pautas a seguir durante las próximas semanas, con el objetivo final de llegar a esa nueva normalidad. Es como la casilla final del juego de la oca: todos queremos llegar a ella - y a poder ser sin tener que esperar a nuestros vecinos - aunque en este caso no tenemos muy claro qué es lo que nos espera en ella.
No hay una guía perfecta de lo que será la nueva normalidad ni de lo que cambiará en nuestro día a día. Al fin y al cabo, es la primera vez que vivimos una pandemia como la del coronavirus y la primera en mucho tiempo - siglos - que tenemos que paralizar la actividad de varios países para luchar contra el avance de un virus tan grave. Lo que la nueva normalidad supondrá es, por ahora, conjeturas, aunque esas ideas y previsiones ayudan a las marcas, empresas y pymes (quienes posiblemente están más deseosas de saber qué ocurrirá en el futuro para prepararse para ello) a trabajar para sobrevivir a esos cambios.
Está bastante claro, al menos todas las previsiones apuntan en esa dirección, que el ese futuro inmediato no será como la normalidad que hemos conocido en las últimas décadas. La nueva normalidad seguirá exigiendo distancia social, medidas muy importantes de higiene y posiblemente desplazamientos limitados. La industria del turismo está, de hecho, trabajando para captar al consumidor local y cercano, porque la idea de los grandes viajes a lugares lejanos parece todavía algo muy distante.
A eso hay que sumar que se espera que la vuelta al trabajo no sea un retorno a la oficina tradicional. El teletrabajo se ha convertido en una constante y se quedará ya con nosotros. Cuando no se pueda seguir trabajando desde casa, se acudirá a oficinas tuneadas para responder a las nuevas necesidades. Una proyección de Adecco hablaba de menos reuniones, horarios más escalados para evitar aglomeraciones y más controles en el acceso a la oficina.
Además, los diseñadores de espacios dan ya por muerta la oficina de espacios abiertos y sin espacios de trabajo fijos, una de esas innovaciones ubicuas de las empresas "cool" del siglo XXI. Necesitaremos distancias y paneles que nos separen.
Al fin y al cabo, eso es lo que se espera encontrar en todo tipo de negocios y todos los espacios de atención al público. Las previsiones de futuro apuntan que los restaurantes tendrán que incorporar desinfectantes (incluso en aquellos con aspecto más sofisticado), reducir el aforo y introducir separadores. Las mamparas de metacrilato empezarán a entrar en las mesas y en las zonas de los consumidores. Los hoteles tendrán que reducir la decoración y simplificarla para evitar elementos que se puedan convertir en un foco propagador del virus.
En el retail, también habrá que controlar el aforo, cambiar la disposición de las tiendas y aumentar las medidas de higiene. La ropa, por ejemplo, tendrá que ser desinfectada a conciencia cada vez que alguien se la pruebe.
Todo ello supondrá grandes cambios, un entorno demasiado dinámico y una situación en la que poco se sabe sobre cómo será el futuro.
Uno de los elementos que ayudarán a las empresas a gestionar su presencia en esta situación serán las redes sociales. Un análisis de Audiense apunta que las redes sociales podrán posicionarse en cuatro puntos clave.
Serán primero lo que ayude a comprender qué es lo que realmente quieren los consumidores y lo que esperan de las marcas y de las empresas. La escucha social ha sido crucial en los últimos años, pero puede servir para no operar a ciegas en un contexto en el que poco o nada sabemos sobre lo que va a ocurrir o lo que resultará clave. Eso sí, las compañías deben tener claro que ahora, más que nunca, el proceso tendrá que ser en dos direcciones. Por otra parte, y segundo punto clave, las redes sociales ayudarán a que las empresas acaben cayendo en lugares comunes y prejuicios.
A eso hay que sumar que, por naturaleza, las personas son seres sociales. Teniendo en cuenta que estamos en confinamiento y que lo más probable es que la nueva normalidad traiga todavía movimientos reducidos y limitados, las redes sociales funcionarán como un antídoto a esa situación.
Y a eso añaden que las comunidades y sus formas están cambiando. Están cambiando los comportamientos y las relaciones entre personas. Las redes sociales pueden ayudar a ver un eco de cómo operan esos cambios.
Igualmente, los hábitos que los consumidores han adquirido durante estas semanas no desaparecerán por completo. La crisis ha sido una acelerante para el ecommerce y la transformación digital, haciendo que muchas empresas den el salto para sobrevivir al nuevo contexto.
De hecho, las propias compañías de pagos han dejado claro que se ha producido una migración brutal.
Visa ha señalado que millones de personas han probado estos días el ecommerce por primera vez. Por ejemplo, solo en Latinoamérica, 13 millones de usuarios de sus tarjetas han realizado por primera vez una compra online con una de sus tarjetas. La tónica ha sido global y el crecimiento del pago en ecommerce se ha registrado en muchas otras regiones.
El boom continuará incluso en sectores y mercados en los que hasta ahora se habían resistido al tirón de lo electrónico. Para los supermercados online, este habrá sido su espaldarazo. Muchos consumidores se lanzaron a comprar en el súper online durante la crisis y muchos seguirán haciéndolo después.
Las ventas de productos de supermercado seguirán creciendo en la red durante 2021 y más allá, alerta Euromonitor. En febrero, alimentación ya fue la categoría más comprada online, señalan desde Euromonitor.