Por Redacción - 29 Marzo 2022
Primero, fueron los efectos de la guerra en Ucrania. El aceite de girasol desapareció del supermercado, impulsado por la realidad - Ucrania es el principal productor de este producto - pero sobre todo por el pánico de los compradores.
Luego, llegó la huelga de transportistas, que ha llevado a que los supermercados - aunque no solo ellos - entren en una situación complicada. En algunas zonas ya se ven estanterías vacías y también algunas industrias empiezan a alertar de que sus productos podrían sufrir ruptura de stock. El panorama recuerda a los primeros momentos de la pandemia, cuando desaparecieron productos como el papel higiénico o la levadura llevados por el pico de demanda.
Pero a diferencia de lo que pasaba hace dos años, cuando los consumidores eran comprensivos con la situación, la crisis de ahora y los efectos en las estanterías están creando un problema para las compañías afectadas. Se ha producido una crisis de reputación.
Al fin y al cabo, los productos esenciales sí están saliendo. Si hay reparto de leche, como pregunta este artículo, ¿por qué los consumidores se encuentran las estanterías vacías cuando llegan a hacer la compra? En realidad, no es solo que la huelga de transporte haga que se repartan menos litros, sino también que el comportamiento de los consumidores, que compran para almacenar, hacen más complicadas las cosas.
Sin embargo, el clima general está haciendo que los consumidores vean las cosas de otra manera. La subida de los precios durante estos meses no está ayudando (el aceite de girasol ha vivido una escalada de precios abrumadora marcada por la escasez) y está llevando a una percepción diferente. Los consumidores empiezan a pensar que les engañan y la percepción se ha convertido en material de base para los rumores y los comentarios en redes sociales.
Como muestra, una reciente publicación en las redes sociales oficiales de Mercadona, ante la que la empresa tubo que salir al paso de los rumores. "La información de que estamos regulando la venta de productos, y que lo hacemos para subir precios, es COMPLETAMENTE FALSA", publican en su post. La actualización alcanzó rápidamente cientos de comentarios y, aunque hay quienes dan la razón a la cadena de supermercados, otros muchos insisten en que están aprovechando para subir precios.
Dado que los precios seguirán escalando en las próximas semanas - diferentes gigantes de la industria del consumo han hecho movimientos que apuntan en esa dirección y los costes no han ido bajando de forma paralela como para evitar que esto ocurra - es esperable que el clima no cambie mucho para los consumidores.
Las cadenas de supermercados, las marcas de alimentación y otros muchos players implicados de primera mano tendrán que ser capaces de salir al paso en un clima cada vez más negativo. Su reputación se pondrá mucho más en tela de juicio y los comentarios airados en los social media irán en aumento.
¿Pueden estas compañías evitar esta situación y no caer en una profunda crisis de reputación? Lo primero que deben tener muy presente es el contexto y lo que supone para ellas. Los precios van a subir y lo más probable es que la escasez de productos no termine. No pueden permanecer impasibles y deben comunicar muy bien a sus consumidores qué ocurre.
Lo segundo, por tanto, tendrá que ser la transparencia. Necesitan que los consumidores se sientan seguros con ellas y tengan muy claro que no están engañando a nadie.