
Cómo los Juegos Olímpicos se han convertido en un inesperado caos reputacional para la propia marca olímpica y para los anunciantes
Por Redacción - 26 Julio 2021
Iban a ser uno de los grandes eventos de 2020, pero la crisis del coronavirus acabó haciendo que se tuviese que pulsar el botón de pausa. La pandemia no se dio controlado ni en semanas ni en meses. Realizar los Juegos Olímpicos en el verano de 2020 no parecía en absoluto seguro, al tiempo que los propios deportistas se negaban a participar porque los procesos de confinamiento en muchos países europeos no les habían permitido entrenar al nivel necesario. Los Juegos se quedaban para 2021 e iban a ser el gran evento de lo que se esperaba que fuese ya la vuelta a la normalidad.
Para las marcas que estaban conectadas con las Olimpíadas entonces, no eran las mejores noticias, porque los JJOO dan una elevada exposición y una que llevaban esperando bastante tiempo. Aun así, las circunstancias lo hacían inevitable y aceptable. Había llegado el momento de dejar pasar las cosas.
Así se empezó el camino hacia 2021. Todo parecía ir más o menos bien, al menos hasta que los casos se volvieron a disparar. En Europa hubo la gran ola del arranque del año. En otros países, como India, las cosas se descontrolaron después. Incluso ahora, los casos siguen en escalada en muchísimos países. Mientras el mundo occidental lleva un buen ritmo de vacunación, muchos países - especialmente los en vías de desarrollo - siguen sin tener acceso a las vacunas.
El contexto es complicado y los rumores de que los Juegos Olímpicos iban a volver, nuevamente, a ser suspendidos se fueron repitiendo. Los Juegos siguieron adelante con su calendario previsto, pero eso no ha evitado que se hayan convertido en un campo de minas.
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