Si hace unos días alguien le hubiese preguntado a cualquier internauta por la imagen que tenía sobre Suecia, lo más probable es que hubiese respondido hablando del estado del Bienestar, de igualdad y de derechos, de servicios públicos o de, en cierta manera, una especie de paraíso. A los países escandinavos los metemos de forma colectiva en el saco de lo bueno y lo aspiracional, seducidos por modas como el hygge o esos titulares que prometen que son los lugares en los que mejor se vive.
Sin embargo, en cuestión de días, la reputación de Suecia ha cambiado. Si ahora se le pregunta a un internauta por lo que piensa sobre ese país, lo más probable es que acabe hablando de que es un país “de rancios” en el que no te invitarán a comer si tienes la mala suerte de estar en sus casas a la hora de alguna de las comidas del día. Suecia es el país que no invita, por mucho que al sur de Europa y al resto del mundo les cueste comprender este comportamiento.
En España se ha estado usando el hashtag #Sueciagate en Twitter, pero más popular es su versión en inglés, #Swedengate, que es casi como la fuente que siempre mana y que, no es muy difícil imaginar, se habrá convertido ya en una de las pesadillas de los responsables de turismo del país norteño.
Todo empezó hace unos días, cuando una cuenta publicó en Twitter un pantallazo de un hilo de Reddit. Alguien preguntaba cuál había sido su experiencia más extraña en una casa ajena por razones culturales o religiosas y alguien respondía que había sido en Suecia, cuando le habían dejado solo en una habitación mientras la familia comía, sin invitarlo a unirse. Ese pantallazo se viralizó – reforzándose con testimonios de personas que habían vivido algo similar – y medio mundo – al menos online – empezó a preguntarse qué pasaba con Suecia.
Aunque algunos suecos han explicado el por qué de la práctica o han intentado desmentir esa idea de que no te van a dar de merendar si los visitas, Twitter lleva hablando sin parar de la cuestión días.
En la newsletter de Verne de El País han llegado a preguntar a la embajada sueca en España por la cuestión. “Las personas que han crecido en Suecia en los años 70 al 90 se acuerdan de ir a la casa de los amigos después del colegio, por ejemplo para jugar, pero no comían o cenaban allí", reconoce la canciller Emelie Gallego-Díaz, encargada de la promoción de Suecia, Cultura y comunicación, al medio. "Eso se hacía en casa después, al llegar”, explica, aunque también apunta que ahora es una práctica menos común.
Puede que la práctica de dejarte sin comer haya perdido fuelle con el tiempo, pero en Twitter el descubrimiento de que esto existe no ha decaído. Más bien, se ha ido añadiendo leña al fuego día tras día, sumando otras prácticas (un tuit viral reciente hablaba de cómo preferían que te llevases tus sábanas si ibas a dormir y unos cuantos previos sobre cómo te iban a reclamar hasta el último céntimo que te hubiesen privado) que no dejan en muy buen lugar a Suecia.
Desde Australia a Estados Unidos, pasando por la India, los medios online han ido publicando sus artículos sobre la polémica, agujereando letra a letra la reputación online de Suecia, que parecía tan firmemente asentada. El Swedengate ha dado hasta para análisis más académicos sobre expectativas sociales y choques culturales.
Además, y lo más importante en términos de reputación de marca-país, la curiosidad sobre las invitaciones a comer y el choque cultural ha dejado paso a tuits que hablan de cuestiones serias, como el racismo o el colonialismo, y que rompen con esa visión idílica de Suecia. No pocos internautas están aprovechando para evidenciar los problemas que sí existen en Suecia, aunque desde fuera se pensase que no había tal cosa, y el Swedengate ha amplificado su alcance.
Lo interesante será ver, cuando todo esto pase, qué efectos ha tenido en la reputación de Suecia un drama online que empezó con un poco de humor sobre quedarse sin comer.