Por Redacción - 14 Enero 2025

En el mundo de la relojería de lujo, pocas marcas pueden presumir del prestigio y la influencia de Rolex y Patek Philippe. Aunque ambas representan lo mejor de su categoría, encarnan visiones distintas sobre lo que significa exclusividad y excelencia. Para muchos, Rolex es el epítome del lujo accesible, mientras que Patek Philippe se posiciona como la cúspide de la sofisticación reservada para un círculo más reducido de conocedores.

Rolex, fundada en 1905 por Hans Wilsdorf, ha construido un legado basado en la innovación, la durabilidad y la elegancia funcional. Fue la primera marca en crear un reloj resistente al agua, el emblemático Oyster en 1926, y desde entonces ha redefinido lo que significa un reloj robusto y de alta precisión. Su producción, que ronda el millón de unidades anuales, le permite alcanzar un equilibrio único entre exclusividad y accesibilidad. Llevar un Rolex en la muñeca no solo simboliza éxito, sino que también proyecta un mensaje universalmente reconocido: se trata de una marca que trasciende fronteras culturales y sociales.

En contraste, Patek Philippe, fundada en 1839 por Antoni Patek y Adrien Philippe, se dirige a un público más restringido y exigente. Cada reloj de la casa suiza es una obra de arte que puede tardar meses o incluso años en fabricarse. La complejidad de sus mecanismos, como los calendarios perpetuos y los cronógrafos de alta complicación, ha consolidado a Patek Philippe como la referencia absoluta en la alta relojería. Su producción limitada, de apenas 50.000 unidades anuales, refuerza aún más su exclusividad, situándola en un nivel prácticamente inalcanzable para la mayoría.

Aunque ambos nombres son sinónimo de lujo, los precios promedio reflejan sus diferencias de enfoque. Los modelos de Rolex suelen situarse entre los 7.000 y 50.000 dólares, lo que los convierte en una opción aspiracional para quienes buscan ingresar al mundo de la relojería de alta gama. Patek Philippe, en cambio, comienza donde Rolex deja de ser asequible, con precios que oscilan entre los 20.000 y los 200.000 dólares en sus modelos básicos, aunque algunos relojes superan con creces esas cifras en subastas exclusivas. Un ejemplo de ello es el Grandmaster Chime, que alcanzó los 31,2 millones de dólares, estableciendo un récord en la historia de las subastas.

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