Por Redacción - 13 Octubre 2022
¿Es el metaverso humo o es realmente la próxima gran revolución que va a cambiar por completo todas las cosas?
Esa es una de las preguntas del millón de estos últimos años, con una respuesta difícil de alcanzar. Porque si bien en general las compañías miran con atención este nuevo entorno y su potencial – y nombres como Roblox se están vinculando al éxito – la gran apuesta metavérsica, la de Meta – el nombre corporativo con el que se rebautizó Facebook para demostrar su compromiso – no va exactamente bien. Las acciones de la compañía llevan en caída desde que lo apostó todo a este universo virtual. Los 340 dólares que valía un título de Meta el 20 de octubre de 2021 son ahora 127.
Meta no tira la toalla y, de hecho, acaba de protagonizar un movimiento de esos que llenan titulares para posicionarse – nuevamente – en la batalla. Puede que lo que más se haya viralizado en redes sociales es que los personajes virtuales de los usuarios del metaverso tendrán ahora también piernas, pero el movimiento va más allá.
Meta ha presentado las Quest Pro, unas nuevas gafas de realidad virtual que ayudarán (o eso esperan) a popularizarlo. Las gafas serán también de realidad mixta, por lo que podrán incorporar a la experiencia cosas virtuales en el entorno físico del usuario. El precio, eso sí, será mucho más elevado que las Quest 2. De unos 400 euros se pasará a los 1799,99, como recoge El País.
Las gafas son un gancho, pero en términos económicos posiblemente lo más interesante sea que Meta se ha aliado con Microsoft. Ahora, Teams tendrá un eco en el metaverso, lo que lo integra en el mundo de las herramientas de trabajo. “Word, Excel, PowerPoint o Outlook llegarán a Quest, lo que dará más flexibilidad en la forma de colaborar y trabajar”, promete Satya Nadella, el máximo responsable de Microsoft. “Queremos aportar la sensación de que todo el mundo esté presente cuando trabajas con ellos, aunque realmente no estén ahí”, asegura Mark Zuckerberg, el CEO de Meta.
Otras compañías con las que han cerrado acuerdos son Accenture, para desarrollar oficinas virtuales, o Universal y Dreamworks, para hacerlo con el entretenimiento. Por ejemplo, NBCUniversal va a desarrollar una serie de experiencias para el metaverso. Además de poder usar la app de Peacock, su plataforma de streaming, también hará otras cosas, como una experiencia de realidad virtual que dejará vivir The Office. La propia Microsoft no solo pondrá su parte business en el asador, sino también sus juegos.
¿Será esto suficiente para hacer atractivo al metaverso de Facebook? ¿Es este el empujón que necesita para salir de lo nicho y hacerse mainstream? Una periodista de The New York Times acaba de hacer una inmersión en este universo y lo que se encontró es, todavía, demasiado parecido a usar internet en los años 90, algo experimental y difuso.
Más dañino es, en términos de reputación para el metaverso, otro artículo del Times, anterior al último anuncio de Meta, sobre cómo está impactando en la compañía el haberlo convertido en el gran objetivo a conquistar.
Dentro de Facebook, señala el reportaje, se suceden el escepticismo, la confusión y la frustración. Meta se ha gastado ya miles de millones en el metaverso, pero por ahora no se ven resultados. Incluso, dentro, la plantilla se queja de que se va dando tumbos en esa conquista del metaverso en vez de tener un plan cohesionado. Los lanzamientos que han ido haciendo a lo largo de este último año más que despertar interés han logrado cosechar escarnio en redes sociales (por ejemplo, reírse del aspecto de los avatares en Horizon Worlds, el universo dentro del metaverso de la compañía, es casi ya un deporte).
Mientras todo eso sucede – no hay que olvidar – el universo de origen de Meta y sus fortalezas, las redes sociales, están en crisis: Facebook ha perdido demasiado brillo e Instagram se ve amenazada por TikTok.
Para Meta, por tanto, la situación es compleja. Para el resto de empresas es casi un “mantenerse a la espera”. El metaverso podría cambiar la publicidad y el consumo, pero por el momento todo es más una sucesión de hipótesis que una de certezas.