Casi nunca he hablado de política. Al menos de forma abierta y aprovechando este medio para abordar un tema tan especial y delicado. Pero esta vez he decidido hacerlo. Y he decidido hacerlo por principios, por solidaridad, por humanidad, por considerar que es justo y necesario, y porque considero que nos encontramos en un momento de nuestra historia, donde nuestra sociedad tiene una oportunidad real para cambiar.
En una mirada al pasado, puedo comprobar como la tecnología de la última década nos ha llegado a cambiar. Una Internet más global, la tecnología móvil, las redes sociales... todo ha servido para estrechar nuestras distancias y permitir seguir comunicándonos independientemente del momento o lugar donde nos encontremos.
Pero Internet no sólo se ha convertido en un universo paralelo donde cada uno de nosotros interactúa a través de su propio avatar y álter ego. El universo social de las redes sociales, ha cambiado mucho de los paradigmas establecidos tanto en el marketing como en la comunicación o la publicidad. Pero a la vez, también ha servido para otorgar un nuevo rol al consumidor, al ciudadano, a las personas en general.
Evidentemente, este altavoz de los pensamientos, también se ha convertido como lo han sido los medios tradicionales, en campos de batallas del pensamiento, de la moral, de las ideas e ideologías. Un nuevo escenario que la política no ha querido desaprovechar para usarlo en su propio beneficio. El marketing político y las guerras entre partidos se ha trasladado también a este peculiar espacio de interacciones online. Sin embargo, y a pesar de las represalias por poner coto y caza en las mismas persiguiendo a aquellos que ofenden a los demás, resulta que tras unas elecciones, el comportamiento de los líderes políticos y sus legiones de fanáticos y mecenas viene a ser igual o incluso peor y mas despreciable por el ejemplo que deberían de dar.
No voy a justificar ni defender ninguna de las acciones que a través de las redes sociales se suceden con violencia y desprecio hacia los demás. Y no pensemos que este es un problema solo de líderes de la política, y que cada uno de nosotros no tiene ninguna responsabilidad. Pero visto lo visto, cuando más se necesita de los valores de una democracia, más nos damos cuenta, cuanto estamos retrocediendo si no comenzamos con lo básico, que es aquello de respetar.
Sin embargo, no por ello vamos a dejar de recordar, que mientras las condenas y persecuciones se suceden señalando a quienes hacen un mal uso de redes sociales, los mismos que pretenden impartir justicia sin apenas templanza, miran para otro lado cuando los grandes medios, no se dedican a otra cosa que servir como amplificador a quienes intentar desprestigiar, no solo a un líder revolucionario con el que no tenemos porque "comulgar" o estar en absoluto de acuerdo, pero al menos sirva este hecho para dar un verdadero ejemplo de respecto y de democracia sobre el derecho y la libre decisión de una gran parte de la sociedad.
Suena paradójico que mientras nuestro gobierno inicia su propia caza de brujas en un intento de controlar las redes sociales para hacer cumplir la legalidad, apenas se inmute cuando lo mismo sucede entre aquellos afines a sus propias siglas o desde los grandes medios que sirven de propaganda, con más agresiones literarias que información veraz que nos pueda realmente interesar. Todo un espectáculo sin precedentes que solo responde al miedo de haber perdido la confianza de una sociedad, cansada sobre todo de tanta promesa sin cumplir por parte de quienes solo piensan en todos los intereses menos en los que las personas necesitan de verdad.
Los políticos no contaban con el verdadero poder e influencia de los Social media. Y como han perdido por completo su control, que cierren entonces las redes sociales para que ninguno de nosotros pueda responder o revelarse ante el pensamiento único que se pretende implantar. Cerremos las redes sociales para que no podamos poner en evidencias las mentiras. Cerremos las redes sociales para no poder exigir día tras día que cumplan lo que prometieron. Y que las cierren sobre todo, para que a través de ellas nadie pueda reivindicar los derechos por los que tanto tuvimos que luchar.
Y no es esta, la mía, para nada una opinión solitaria. Mi buen amigo Ángel compartía esta realidad mientras comentábamos tales retos y la actualidad. "Es cierto que la situación nos retrotrae a tiempos pretéritos en que el dedo de la censura campaba a sus anchas. Las redes sociales se han convertido en un medio que tiene la gente, no solo para expresarse en libertad, sino para comunicarse en tiempo real y además expresar sus frustraciones. Lo que no contaban los poderes fácticos, no solo políticos, sino empresariales, sociales e informativos, es que dicha libertad fuera a volverse en su contra; un caso de corrupción ahora se conoce en segundos, antes se tapaba por la propia censura..."
El problema es que quizás, nunca pensaron que este nuevo escenario pudiera darse pensando que la gente seguiría siendo ignorante de por vida o para toda la eternidad. Que sí, que quizás no es lo que nos convenga, o tal vez, lo que no les interese. Da igual. Llegado el caso, hasta incluso resultan indiferentes las opciones que podamos manejar. El caso es cambiar el rumbo y que cambie de verdad. Y si está pasando, es porque las personas creen o han decido que debe de pasar. Evidentemente, las redes sociales sin duda han servido para impulsar esta nueva revolución que tan solo acaba de empezar.
Aun así, las reacciones de algunas grandes partidos y líderes de opinión solo son propias de quienes pretenden gobernar como en antaño. Eso sí, sin darse cuenta que aquello del efecto Streisand, es casi un juego de niños comparado con el nuevo fenómeno que ha comenzado a generarse con el despertar de esta nueva sociedad. Si todavía piensan que con aquello del marketing político, la propaganda y las promesas, o que desprestigiando a cualquier rival van a conseguir cambiar algo de verdad y recuperar la confianza real de las personas, lo mejor que podrían hacer es cerrar las redes sociales. Pero que las cierren ya, no sea que la gente se de verdaderamente cuenta, de que David puede volver a vencer a Goliat.