Snapchat ha sido la niña bonita de todos los artículos y análisis en los últimos tiempos, especialmente mientras se preparaba para la salida a bolsa y se convertía en uno de esos temas de moda. La red social era algo nuevo, diferente y algo que, aparentemente, encantaba a los adolescentes, ese público difícil de conquistar al que las empresas buscan enganchar como sea. Snapchat los estaba captando, estaba creando una nueva forma de comunicar y molaba. Pero ¿molaba realmente tanto? ¿Era realmente tan importante Snapchat como estábamos empezando a creer?

Es posible que si la pregunta se hubiese hecho a los marketeros hace unos meses, cuando todos estaban intentando comprender de qué iba aquello y qué tenían que hacer para conectar con los usuarios de esa red social, la respuesta hubiese sido positiva. Los responsables de marketing estaban bastante obsesionados con Snapchat y con los usos que se le podían dar, incluso si ya entonces había algunos datos que invitaban a poner las cosas en cierto entredicho.

Snapchat estaba viviendo su momento, sí, pero lo estaba haciendo sobre todo en Estados Unidos. En Europa, por ejemplo, los datos eran más diversos y mucho más variados. Sí, había países en los que Snapchat estaba teniendo buenos resultados, pero no lo eran todos. En España, por ejemplo, su uso era bastante limitado y toda la burbuja de interés que estaba despertando la red social/app de mensajería era por tanto demasiado elevada para lo que realmente esta suponía.

Pero si la pregunta se hiciese ahora, tiempo después, la respuesta de los marketeros es igualmente posible que sea totalmente diferente.

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