Por Redacción - 14 Mayo 2018
Hace unos años, para ciertos trabajos, también te pedían una cierta presencia en redes sociales o que valorasen de forma positiva que la tuvieses. Puede que pensases que era un tanto ridículo, pero al final llegabas a las entrevistas y acababas defendiendo tu papel en Twitter. No te vendías como influencer, porque aún no había llegado el momento del estallido del término, pero sí defendías que tenías que si tantos seguidores y que si hacías tales y cuáles cosas. Y todo esto podía llevar a que apareciese una pregunta. ¿Y cuál es tu klout?, te decían.
Si en las entrevistas de trabajo esto pasaba de vez en cuando, en el mundo de la publicidad y de los medios era recurrente y habitual. Los dosieres de presentación de medios en el mundo publicitario estaban siempre presentes los números del klout que se tenía en Twitter. Era como el santo y seña para confirmar que se era realmente importante o que uno valía más o menos la pena como soporte.
El sistema tuvo su momento de gloria, fue la palabra y el servicio de moda a principios de la década, fue comprado por 200 millones de dólares en 2014 y ahora mismo acaba de anunciar que cierra. El 25 de mayo se acabarán las puntuaciones klout y el propio Klout en sí (su web cierra para siempre). Los responsables del servicio (desde la compra, la empresa de marketing Lithium) han señalado que la adquisición les permitió adquirir capacidades en inteligencia artificial y en machine learning, pero que el sistema de puntuaciones ya no les resulta relevante para su estrategia "a largo plazo".
¿Qué era exactamente el klout? En realidad, el término tenía que ir en mayúsculas, ya que era un servicio nacido al calor de una startup y de una empresa. Puede que nadie tuviese además muy claro cómo funcionaba o cómo medía las cosas (en su momento, la red estaba llena de artículos que intentaban explicarlo), pero su presencia era ubicua. Eso no implicaba que todo el mundo tuviese como muy seguro que sirviese para algo. En 2012, en los años todavía de su momento de gloria, en un artículo de AdWeek que intentaba explicar cómo funcionaba señalaban que "los cínicos dicen que tu puntuación Klout solo importa realmente a otros usuarios Klout".
El sistema había arrancado como una especie de sistema para comprender quién era importante y quién no en redes sociales. Era como un sistema de puntos, como el ranking que todos quieren protagonizar (y no hay más que ver cómo todavía todo el mundo se vuelve un poco loco cuando aparecen rankings de presencia en redes sociales para comprenderlo) pero aplicado al entorno de las redes sociales. Era la brujería que permitía a las marcas y a las empresas con quién debían contar, o al menos les daba una excusa para tomar unas razones u otras. Una especie de medidor de reputación basado en nuestra presencia y popularidad en los diferentes medios y redes sociales.
Para los propios usuarios del servicio, Klout podía ser una caricia para el ego, especialmente cuando se tenían puntuaciones elevadas o, más que elevadas, cuando se superaba la media de cuentas de referencia o del propio entorno. Era el momento de sentirse más experto que un medio porque se tenía un klout más elevado o sentirse en más influencer de tu trabajo o de tu círculo de amigos porque tenías una puntuación de 50 mientras ellos se quedaban en el 47.
Puede que nunca llegases a tener claro qué media Klout y qué consideraba relevante, pero el número hacía que se tuviese algo tangible para medir y comparar. Esto era además especialmente fácil cuando Klout estaba integrado con herramientas de gestión de redes sociales, como Hootsuite, y te permitían acceder a los números rápida y fácilmente.
Pero, como ocurrió con otros medidores que a principios de la década nos parecían relevantes en redes sociales, el klout de tu perfil también acabó perdiendo fuelle y empezando a resultar menos y menos relevante.
A medida que las redes sociales se comprendieron mejor y términos como engagement fueron sustituyendo a los que entonces estaban de moda, la cuestión fue perdiendo fuerza y fue siendo vista como mucho menos importante. Para medir ahora mismo quien es realmente un influencer ya no se emplea esa tecnología y es probable que muchos hubiesen hasta olvidado que existía.
Por tanto, la desaparición del servicio no es tan relevante y no será tan dramática, sino una muestra más de cómo cambian las cosas y un elemento más caído del principio del boom de las redes sociales. Ahora solo queda echar un vistazo final al klout que se tiene antes de que todo cierre para siempre, como curiosidad final antes de dar carpetazo final a la tecnología del principio de la década.