Por Redacción - 28 Agosto 2018
Hace unos años, cuando las redes sociales estaban en su momento dorado y cuando aún no parecía que Facebook había hecho nada malo (nada malo en serio) se podría decir que no pasaba mucho tiempo sin que alguien en algún lugar anunciase el lanzamiento de una nueva red social. Era el Facebook killer de turno, o lo que la prensa y los analistas decidiesen usar como gancho. Era el momento en el que todo el mundo parecía estar probándolo y en el que todos los medios hablaban de todo lo que estaba naciendo.
El ciclo de vida de esas redes sociales emergentes era, habitualmente, el mismo. Hubo poderosas excepciones (por supuesto: solo hay que pensar en Instagram), pero en general no pocos fiascos y muchos nombres que se quedaron en el camino. Prometían mucho (o eso parecía) pero no lograron ir más allá de ese primer momento de gloria. La red social aparecía, la probaban los early adopters de verdad, saltaba los medios, de pronto todo el mundo parecía querer estar en ella, tenía unos meses o semanas de gran éxito y luego caían en el anonimato y el aburrimiento.
Pero, ¿podría estar creando la saturación actual ante las redes sociales y sobre todo el temor de los usuarios ante su creciente intromisión en su privacidad una nueva oportunidad? ¿Puede la privacidad ser la llave para crear nuevas redes sociales o espacios más o menos sociales online que se hagan poco a poco con su nicho de mercado?
Algunos estudios y análisis hacen pensar que sí. Las redes sociales están mostrando una tendencia hacia el peso de la privacidad y hacia limitar el alcance de lo que se ve. Como apuntan en Warc, partiendo de datos de un análisis de Axios, las redes sociales - y sobre todo sus usuarios - están mostrando una tendencia hacia los jardines cerrados. Se quieren entornos cada vez más limitados y los jóvenes son quienes están protagonizando el cambio.
El último lanzamiento de Tinder es una opción limitada para usuarios del entorno universitario y una suerte de red social emergente en Estados Unidos, Islands, limita el con quién se puede conectar a estudiantes de la misma universidad.
Y, en general, entre los universitarios estadounidenses se está produciendo, según los datos de este análisis, una tendencia al cambio. Facebook está perdiendo tirón entre ellos, frente a Snapchat y hasta - quizás sorprendentemente - la GroupMe de Microsoft. No quiere decir que estos usuarios no estén en Facebook, sino más bien que no lo valoran. Cuentan con un perfil en la red social, pero no lo usan. Prefieren usar esas otras alternativas.
Las razones que explican este cambio de tendencia ayudan a comprender cómo están cambiando las cosas en las redes sociales y cómo puede impactar en hacia dónde irá el mercado en el futuro. Lo que los universitarios estadounidenses valoran es que las redes sociales y herramientas que más usan les permitan conectar con gente que conocen en la vida real y que además se hayan convertido en un espacio seguro. Son espacios para cosas concretas que no arrastran al resto de su vida a ellas.