¿Es la solución a los grandes problemas de Facebook impulsar su copia de los servicios de su emergente y más peligroso competidor en todas partes y en todos sus servicios? Facebook tiene un serio problema. La red social está perdiendo peso en el mercado, porque Facebook es cada vez menos relevante.

Las cifras así lo dejan claro. Ha empezado a perder usuarios activos diarios y mientras esto ocurre su competencia sube como la espuma. Y, además, los consumidores han empezado a ver a la red social con más resquemor que nunca y, culturalmente, su feed no logra tener el mismo tirón que en el pasado.

Cada vez que esto ocurrió durante los años precedentes, Facebook salía al paso entrando en guerras totales contra sus principales amenazas. Año tras año, Facebook fue lanzando ideas y servicios que cubrían aquellas áreas que estaban arrasando en manos ajenas. Para posicionarlas, ponía toda la carne en el asador, lo que a veces suponía inyecciones de capital elevadísimas.

Solo hay que pensar en la guerra del vídeo, con la que Facebook quiso robarle margen de mercado a YouTube y que le llevó a entrar en una guerra por los creadores de contenidos. Facebook logró tener un momento de boom de vídeo y conseguir que los medios online de medio mundo se consagrasen a crear contenidos de vídeo para sus páginas de forma masiva. A Facebook, como corporación, la jugada le salió redonda (a los medios no tanto).

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