Por Redacción - 6 Octubre 2014
Una de las cosas más difíciles que tiene que hacer una empresa es escoger su propio nombre. Un nombre dice muchísimo de una compañía, de lo que vende y de lo que quiere ser, por lo que escoger una identidad tiene que hacerse de una forma acertada y teniendo en cuenta todas las variables. Aunque lo cierto es que escoger cómo se llama una compañía o cómo será conocido un producto era posiblemente mucho más fácil hace 100, 50 e incluso 20 años atrás de lo que es ahora. Las empresas tienen que tener en cuenta muchos más factores, como por ejemplo el cómo quedará esa marca y todos los elementos asociados a su identidad en los entornos móviles y sociales.
El nombre no será solo lo que aparecerá en la factura o lo que se incluirá en el letrero que se pondrá en la puerta. Ahora será también lo primero que el consumidor vea en Twitter o en Facebook y lo que empleará para dirigirse a la compañía en esas redes sociales.
Además, y como recuerdan en un artículo en Inc, el nombre de la marca será también la carta de presentación en internet. Es muy importante tener en cuenta cómo será la URL (y si los usuarios tendrán problemas o no en recordarla y escribirla) o el resultado que el nombre tendrá en las búsquedas online. Muchos de los consumidores llegarán directamente a través de los resultados de búsqueda de Google, así que un nombre más original y poético puede que llame más la atención pero que resulte mucho más complicado de posicionar.
Así pues, ¿qué debe tener el nombre de una marca para conseguir triunfar en los tiempos de internet, de las redes sociales y de las estrategias móviles? Según Inc, cuatro son las principales características que no se pueden olvidar.
La regla de los 5 a 10 caracteres
¿Qué tienen en común Apple, Google, Yahoo, Mattel o Intel? Todas son marcas que han tenido mucho éxito y todas ellas tienen nombres que ocupan muy pocos caracteres. De los nombres de las empresas de éxito se pueden establecer varias características básicas y recurrentes que siempre se repiten y que están muy relacionadas con las letras que se escogen y con su longitud. Los grandes nombres triunfadores van desde los 5 caracteres a las 10 letras (y no superan casi nunca esa extensión), siempre incluyen una consonante de las que inglés se conocen como duras (quizás en la fonética del castellano podemos llevarlo a las sonoras) y a menudo repiten alguna letra.
Si esto ya era un criterio interesante en el pasado, más lo es ahora donde las redes sociales han impuesto la brevedad. En un mundo en el que los caracteres están limitados, como sucede con los 140 de Twitter, no tiene mucho sentido apostar por nombres largos y, por así decirlo, pomposos. Lo bueno, si breve, dos veces buenos, como dice el refranero.
La regla de los "dotcom"
Básicamente, lo que recuerda esta regla es que encontrar ese nombre en la red es casi tan importante como encontrarlo fuera de ella. Lo primero es tener en cuenta que a pesar de que existen muchas terminaciones de dominio, lo más habitual es apostar por el .com. Ahí es donde tendrá que mirar quien está pensando en crear el nombre de una empresa para descubrir qué existe ya y qué podrá hacer. Si el puntocom ya está cogido, es mucho mejor optar por otro nombre, puesto que mismo siendo posible hacer versiones del nombre para escapar a esta situación (añadiendo guiones en medio, por ejemplo), esa no es la mejor solución.
Hay que evitar por encima de todas las cosas que la imagen online de la compañía, es decir, su página web, se mezcle o se confunda con otras ya existentes. Si ya existe una web muy parecida, mejor buscar una alternativa como nombre.
La regla del social media
Los mismos criterios que se deben tener en cuenta a la hora de comprobar si un nombre de marca está o no está disponible como dominio deben aplicarse al universo del social media. Antes de quedarse con un nombre, es necesario comprobar cómo va a funcionar en Facebook, en Twitter y en las demás redes sociales que interesen a la compañía. Puede que el nombre ya esté cogido, lo que hace que quedarse con esa identidad sea más cuestionable. Todos los esfuerzos que se hagan fuera de las redes sociales para posicionar la marca acabaran repercutiendo en los responsables de esos perfiles y la compañía tendrá que hacer un esfuerzo mucho mayor para posicionar los perfiles reales entre sus consumidores.
Teniendo en cuenta la importancia creciente que las redes sociales tienen para el consumidor y el hecho de que se han convertido ya en un canal más de venta (o más bien en un elemento básico entre los que ayudan a cerrar una venta), la identidad en redes sociales no puede verse como simplemente algo complementario. Tiene que estar desde el minuto uno entre los criterios básicos para establecer cómo se llamará una marca.
La regla del icono
Y la regla del social media tiene una extensión: el icono. Cuando se diseña el logo de una compañía, ya no se debe tener en cuenta únicamente lo bonito o feo que pueda ser, lo bien que representa o no los valores de la marca o lo bien o mal que se podrán mantener los colores. Ahora también hay que pensar en cómo permitirá jugar con lo que las redes sociales permiten.
Igualmente, cada vez más decisiones de compra se realizan basándose en una experiencia móvil y los smartphones - e incluso las tabletas - cuentan con pantallas más pequeñas y obligan a usar presentaciones gráficas más minimalistas y con iconos más pequeños. Por tanto, no debe olvidarse estas exigencias a la hora de diseñar el logo y la identidad de una empresa.