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Los mejores diseñadores del mundo, ¿formación o talento?

Las marcas tienen que buscar por tanto no solo al diseñador talentoso y al visionario sino también al que está formado y que sabe lo que hace

Por Redacción - 5 Noviembre 2015

El diseño es una parte muy importante de la comunicación de marca y una que no debe convertirse nunca en secundaria. Las compañías tienen que cuidar el aspecto de sus productos, la presentación de los mismos, los elementos visuales que componen su imagen o hasta el diseño del papel en el que presentan a sus consumidores la factura por sus servicios.

Un ejemplo muy claro que puede ayudar a comprender por qué el diseño es tan importante puede ser la cubierta de un libro. No hay más que soltar a un consumidor en una librería y pedirle que se haga con uno o dos libros. Hay muchos factores que le empujarán a tomar una decisión. Que el género sea uno que le gusta, que el título sea atractivo, que el autor sea uno que ha leído y le ha gustado? y sin duda escogerá lo que va a leer por los ojos. La presentación de un libro es fundamental y los lectores compran muchas veces simplemente porque el diseño de la portada les ha llamado la atención. De hecho, un estudio online enfrentó a los consumidores a cubiertas de libros y les hizo decir si lo comprarían o no solo viendo el diseño y también que nota le daban. El estudio concluyó que el diseño de la portada era un elemento decisivo para comprar el libro.

El ejemplo de los libros es uno que funciona muy bien porque es fácilmente comprensible y rápidamente visualizado por los receptores. Todo el mundo ha comprado alguna vez un libro porque su portada lo atrapó desde la mesa de novedades. Pero lo cierto es que no solo funciona con los libros: ¿quién no ha salido alguna vez del supermercado con un producto simplemente porque lo vio en la estantería y le atrajo positivamente? Los niños lo hacen muchísimas veces, o al menos intentan que sus padres les compren esas cosas cuyo aspecto exterior les llama tanto la atención.

El diseño es por tanto un elemento fundamental para llamar la atención del consumidor, cautivarlo y empujarlo a hacerse con el mismo. El diseño es también crucial para lograr otros muchos objetivos. Un buen logo ayuda a recordar poderosamente la marca, una buena identidad ayuda a afianzar los valores que la marca necesita transmitir y un buen packaging hace que la experiencia de consumo sea un poco mejor y bastante más memorable.

Por tanto, las marcas necesitan confiar en el diseño, ponerlo en una posición destacada dentro de su estrategia y fichar a un buen diseñador. Pero ¿qué es lo que hace a un diseñador bueno? ¿Qué tiene que buscar la marca cuando quiere hacerse con el diseñador que le ayudará a cumplir con sus propósitos?

Algo más allá del arte

Uno de los diseñadores más recordados cuando se analiza el impacto del arte y del diseño en el mundo de la imagen de marca es Alfons Mucha. Mucha es uno de los artistas checos más populares y es más que probable que todo el mundo se haya cruzado alguna vez con alguna de sus imágenes, a pesar de que el artista es uno de los exponentes del llamado Art Nouveau y tuvo, por tanto, su época de gloria en la ya lejana Belle Époque.

¿Qué es lo que hizo a Mucha tan popular?

El artista creó cuadros, decoró interiores de tiendas y diseñó joyas para joyeros parisinos de renombre, pero posiblemente lo que todo el mundo tenga en su mente - posiblemente sin saberlo - de su obra son los anuncios que creaba para las compañías de principios del siglo XX. Quien se pasee como un turista por algunas zonas de París seguramente haya podido comprar reproducciones de los anuncios que hizo para marcas de galletas, cerveza o bicicletas, por poner un ejemplo, y que ahora se venden como pósters y postales para colgar en casa o mandar a los amigos como recuerdo de la ciudad.

La obra de Mucha ha trascendido más allá del mensaje publicitario y de la identidad de marca para convertirse en simplemente arte, arte que los consumidores quieren consumir en masa y que desean guardar en coffee table books, esos libros gigantescos llenos de reproducciones de cuadros, que venden en toda tienda de museo que se precie. La permanencia de la obra publicitaria de Mucha recuerda también cómo el buen diseño al servicio de las marcas puede funcionar como un mensaje mucho más efectivo que simplemente una recomendación de compra. Puede ser una fórmula para convertir a la imagen de la marca en algo mucho más trascendental, más -por así decirlo- eterno. Puede que algunas de las marcas para las que Mucha trabajaba ya no existan, pero esas imágenes siguen capturando al espectador.

¿Quiere decir esto que una marca debe apostar siempre por un artista y solo por un artista? No es tan fácil. Ni tan sencillo. Tener a alguien talentoso es muy importante, conseguir que los diseños y las imágenes asociadas a la marca se conviertan en algo con mucho más valor, con un valor añadido, es muy recomendable. Pero el arte no puede servir únicamente como elemento para determinar qué diseño y qué diseñador debe convertirse en el elemento clave para la empresa.

De hecho, algunos grandes diseñadores ya han comprendido que la clave no está solo en ser capaz de hacer cosas bonitas, artísticas, sino en procesar una cierta teoría, en tener unos ciertos conocimientos que hagan que el diseño sea mucho más efectivo en el mundo en el que se tienen que mover marcas, consumidores y productos. Jonathan Lee es un ejemplo. Lee es responsable de diseño en Google, una compañía que tuvo, por cierto, que seguir el camino más duro para comprender la importancia del buen diseño como elemento diferenciador. La firma no solo unificó su diseño en los últimos años y abandonó esa idea de que hacían "cosas feas" que parecía, como explican algunos expertos, haberse asentado asociada a sus productos. También se convirtió en un hervidero de talento en diseño y en uno que demuestra la importancia de la formación dentro de la empresa.

Lee es el diseñador de la nueva versión del logo de Google, pero también uno de los cerebros detrás de las líneas de diseño claves para entender el nuevo Google. La compañía ha hecho que sus diseñadores tengan que pasar por períodos de inmersión en los que les enseñan a comprender esas claves y a formarse para ser más efectivos con las mismas, pero no solo se está esforzando en formar a sus propios trabajadores de diseño. Va más allá. Lee ayuda a formar a los desarrolladores para que interioricen la importancia del diseño a la hora de crear sus apps.

Formación vs talento

Y es que tanto cuando se está creando el mensaje que se va a mandar a los consumidores como la identidad visual de la compañía o el diseño del producto en sí y su empaquetado se tienen que tener en cuenta muchísimos más factores que simplemente que algo sea bonito, memorable o artístico. La identidad visual es muy importante y tiene muchos más elementos que el simplemente entrar por los ojos. El diseñador perfecto no solo debe ser alguien talentoso, sino alguien con una formación que curso tras curso de diseño le haya permitido comprender la importancia de todos los elementos que componen lo que está haciendo e interiorizar no solo las necesidades de la compañía sino también el cómo responder a las mismas.

El talento es muy importante, el nacer con esa estrella, por así decirlo, que haga que se tenga ese ojo especial para el diseño, que se cuente con un temperamento y unas habilidades artísticas; pero eso no es suficiente. El talento tiene que ir acompañado de una sólida formación y de unos conocimientos específicos sobre el terreno en el que se mueve que solo se consiguen gracias a los estudios y al aprendizaje continuo.

Jonathan Ive, por ejemplo, se ha convertido en uno de los nombres más revolucionarios en diseño de producto en las últimas décadas y en uno de los hombres clave de la historia reciente de Apple, tanto que el diseño de sus productos se ha convertido en uno de los elementos icónicos de la firma. Pero Ive no solo es una persona talentosa: antes de entrar a trabajar en Apple siguió una formación universitaria en diseño industrial.

Las marcas tienen que buscar por tanto no solo al diseñador talentoso y al visionario sino también al que está formado y que sabe lo que hace. De hecho, en algunas ocasiones, no es tan importante ser un artista y un visionario en el mundo del arte como el saber qué se está haciendo y cómo el diseño puede ayudar a la compañía. Pongamos un ejemplo claro: las firmas dependen cada vez más de su presencia en internet y necesitan responder a ciertas necesidades de los consumidores y del medio en el que se mueven. En internet más que ser un osado y arriesgado artista, es mejor ser un diseñador que sabe lo que se necesita y que ha interiorizado lo que funciona y lo que no. Por ello, más que a un visionario, las marcas deben buscar a alguien formado en las últimas tendencias en diseño gráfico, como pueden ser las que enseñan estos cursos de diseño gráfico de TopFormación.

Y es que en el mundo del diseño, como explican algunos expertos, el arte, el talento y lo innato puede servir de apoyo y puede ayudar a redondear y a hacer mucho más eficiente el resultado final, pero lo cierto es que el diseñador perfecto tiene que contar con unas habilidades, con unos conocimientos, lo que en inglés se llaman skills, que casi nunca vienen dadas y que hay que aprender por el bastante tradicional camino de hincar los codos.

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