Por Redacción - 30 Junio 2016
La aparición de nuevos medios de comunicación ha tenido tradicionalmente un impacto directo sobre lo que ocurre con los demás medios de comunicación existentes. A medida que los nuevos se van haciendo más populares y a medida que van seduciendo a los consumidores, los ya existentes y los que hasta entonces habían ocupado posiciones destacadas van perdiendo esas posiciones y van viendo como las cosas se complican para ellos. Dejan de ser los "reyes del mambo" y se enfrentan a una situación compleja y delicada. De pronto, las cosas dejan de ser tan gloriosas para ellos y los nuevos medios empiezan a comerles terreno.
Pasó con la aparición y popularización de la radio, que hizo que el cine perdiese un poco de su atractivo en favor de un medio de comunicación que estaba al alcance de cualquiera y que cualquiera podía tener en su casa. Ocurrió luego con la televisión, que robó mercado a la radio y que se convirtió en la reina de la sala de estar, ese lugar que antes ocupaba la radio familiar. Y sucedió, una vez más, cuando apareció internet, que ha hecho que muchas de las horas de ocio que se dedicaban a estos medios de comunicación pasasen a estar en manos del nuevo medio de comunicación. Los contenidos online robaban atención y modificaron los hábitos de consumo y sobre todo el cómo se accedía a la información. Al fin y al cabo, la red es más inmediata que nada y, sobre todo, es mucho más abierta a hacer que cualquiera sea una fuente de datos. En la era de las redes sociales, no hay que esperar a que un medio cubra una noticia. Cualquiera con un móvil y una conexión a internet puede hacerlo.
Pero si internet ha tenido un impacto directo en cómo consumimos información no ha sido solo a través de estas herramientas y de ese modo. Su alcance es mucho más amplio y su impacto es mucho más abierto. La red también ha modificado algunas de las costumbres que se habían asentado en el modo de acceder a los contenidos, como es el caso del consumo de series y programas. Internet ha hecho que la información esté ahí, esperando a ser consumida, al revés de lo que ocurría antes, cuando el consumidor tenía que ir al momento exacto que los contenidos eran lanzados. La red ha creado el "consumo bajo demanda", lo que se conoce como VoD, y esto ha modificado para siempre cómo se accede a la programación.
Los estudios no hacen más que confirmar estos datos y no hacen más que demostrar que el consumo bajo demanda se ha convertido en clave para acceder a los contenidos. Los consumidores de cada vez más mercados y de cada vez más segmentos de la población están empleando cada vez más el VoD, que está convirtiéndose, tal y como recuerdan en eConsultancy, en una tendencia de consumo global.
En Estados Unidos, el mercado que suele marcar la pauta en lo que a consumo de televisión se refiere, el VoD ya ha batido ampliamente a muchos de los hábitos de consumo de contenidos que estaban muy establecidos en ese mercado. Según datos de Strategy Analytics, el VoD crece rápidamente (en 2016 lo ha hecho en un 22% en gasto) y ha adelantado ampliamente a formatos que eran los protagonistas del mercado anteriormente, como el uso de DVD (tanto en compra como alquiler, que caen respectivamente un 7 y un 10%). Algo similar ocurre con las descargas. Los consumidores compran más contenidos para descargar (y alquilan menos), pero sus cifras aún están a años luz del VoD.
Los datos de este estudio son paralelos a otro de Nielsen, que ha llegado a la conclusión de que en el mercado estadounidense el contar con una subscripción a un servicio de streaming es tan habitual como el contar con un sistema de grabación digital. La mitad de los hogares tiene ya una subscripción a alguno de los servicios de VoD, el mismo número que tiene un grabador DVD. Lo interesante no es solo que estos porcentajes se hayan igualado sino también que los grabajadores están estancados mientras el VoD va en sostenido crecimiento.
Y, según los datos de Nielsen, el consumo de televisión tradicional está también cayendo. La caída no es tan abrupta como lo era en el mismo período del año anterior (lo que indica que la desaceleración se está moderando) pero aun así demuestra que los hábitos están cambiando.
Las cifras son un poco diferentes en el resto del mundo, aunque también se ve una tendencia emergente en el mercado del streaming. En Reino Unido, por ejemplo, el comprar DVDs es aún la forma más habitual de acceder a contenidos en vídeo, o al menos la que más dinero mueve. Pero estos números tienen un dato preocupante para esa industria: están cayendo un 16% mientras el streaming sube un 36%. Teniendo en cuenta que el streaming ocupa la segunda posición, no es complicado ver a dónde puede llevar esto.
En España, el cómo se ven contenidos depende mucho de la edad y del contenido en sí, como demuestra un estudio de The Cocktail Analysis que recoge eMarketer. Para los millennials, gana siempre el streaming o la descarga digital, que emplean para ver series extranjeras (42%), películas (37%)o música (54%), salvando las noticias y las series españolas, que ven en la TDT. Las series españolas, sin embargo, podrían ser también protagonistas del cambio. Un 43% de los consumidores de esta franja de edad la ve en la tele tradicional, pero un 31% usa sistemas de streaming para ello (y ahí está el ejemplo reciente de El Ministerio del Tiempo para demostrarlo). Los números ganan en los mayores de 36 años. En la franja 36 a 55, gana la TDT en todas las categorías salvo la música.
¿Qué es lo que hace que los mercados se vayan adentrando en el VoD? En el análisis de eConsultancy han señalado un punto interesante: la presencia de Netflix es un dinamizador poderoso en ese terreno. Su crecimiento en los mercados en los que entra suele ser bueno, lo que hace que vaya apuntalando el mercado del streaming.