
Por qué según la ciencia nos creemos las noticias falsas o los bulos sobre las marcas
Por Redacción - 26 Junio 2018
El boom de las noticias falsas ha hecho más evidente una cuestión. La información circula más rápido que nunca en internet y esto ha hecho que las mentiras, las medias verdades y las manipulaciones informativas se propaguen a un ritmo mucho más acelerado. No se trata de que internet haya inventado este tipo de contenidos y este tipo de mensajes (al fin y al cabo, su presencia en los medios se puede seguir hasta mucho tiempo atrás), sino que la red ha hecho que su ciclo de vida se haya acelerado y se haya ampliado. Cada vez se distribuyen más rápido y cada vez llegan a más personas.
Y las noticias falsas no son más que simple y llanamente la parte que más se comenta de esta tendencia, porque este tipo de contenidos afectan a muchos más puntos que estos. Las empresas y las marcas, por ejemplo, son también unas víctimas de este tipo de situaciones y unas a las que este tipo de información puede afectar de forma clara. Las leyendas, los mitos y los bulos sobre las empresas y sobre sus productos han sido una constante tradicional. Internet ha conseguido, como ocurre con otras informaciones falsas, engañosas o manipuladas, que circulen mucho más rápido y que logren llegar a las audiencias de un modo más eficiente.
Pero, más allá de la existencia de este tipo de mensajes y de la creciente rapidez en la que circulan en el mercado, ¿qué es lo que hace que los consumidores se crean estas cosas y qué es lo que hace que estos mensajes se posicionen? ¿Por qué la información falsa o de mala calidad logra una presencia tan destacada en nuestros feeds de redes sociales en lugar de la información de calidad? ¿Y por qué nos la creemos tan fácilmente frente a otros contenidos de mayor calidad y verídicos?
La clave para comprenderlo podría estar, como con tantas otras cosas, en lo que explica la neurociencia y en el estudio científico de lo que nos rodea. Eso es lo que han hecho expertos de la Universidad de Indiana, que han analizado por qué los consumidores creen las noticias falsas, los rumores o la pseudociencia que circula por internet. Sus conclusiones apuntan a que existen ciertos sesgos en diferentes puntos que hacen que estos contenidos cuajen mejor.
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