Por Redacción - 22 Diciembre 2020
Uno de los efectos directos que tuvo la crisis económica de hace una década fue la crisis en el sector de los medios. Con el colapso de la economía lo hicieron también los presupuestos de publicidad y eso tuvo un efecto arrastre en los medios de comunicación, tanto tradicionales como los emergentes digitales. Se cerraron cabeceras, se concentraron en diferentes grupos de medios otras y se posicionaron de un modo diferente las que salieron más o menos como supervivientes de la situación.
Durante todo este proceso, se produjeron recortes de personal, reducciones de jornada y otros ajustes en las plantillas de los medios de comunicación (como por ejemplo apostar por perfiles más junior para pagar sueldos más bajos, pero esperar que tuviesen responsabilidades senior).
Por tanto, no sorprendía, al hablar con periodistas y otros profesionales de los medios a medida que la situación por la crisis del coronavirus empeoraba, descubrir que esperaban una situación similar. En las primeras semanas, el tráfico de los medios estaba registrando un boom y todo el mundo parecía estarse informando más que nunca. El eco del trabajo de los medios era, por tanto, más elevado que nunca, pero al mismo tiempo la publicidad estaba cayendo en picado. El mejor ejemplo era el de la televisión, con sus máximos históricos de audiencia que resultaban no monetizables.
Si en marzo-abril los periodistas todavía no veían el futuro complicado del todo, en abril-mayo las cosas ya no estaban tan claras. Quien más y quien menos había sufrido el impacto directo de la crisis ya en sus ingresos. Si se pregunta a periodistas freelance, la mayoría hablarán de oportunidades y clientes perdidos.
Y, por tanto, no sorprende descubrir que, este año, los medios están cerrando con despidos. Un estudio de Digiday ha hecho una estimación y los resultados son nefastos. Casi la mitad de los medios ha hecho reducciones de plantilla durante este año. Eso ocurre a pesar de que el cierre del año no está siendo tan negativo como el arranque y los presupuestos publicitarios, al menos en internet, no presentan un futuro tan desesperanzador.
Sin embargo, en los primeros tiempos de la crisis, los medios entraron en una fase de pánico y eso les llevó, directamente, a los despidos y los recortes. Según apuntan desde Digiday, los efectos de la crisis del coronavirus para los medios ha sido peor, en términos de personal, que la de 2008.
En 2008 los medios despidieron a 14.000 personas frente a los 16.000 trabajos que se han perdido por culpa del coronavirus (Digiday no específica el ámbito geográfico que cubre esta estadística, aunque especifica que es de Challenger, Gray and Christmas). La mayoría de estos despidos (11.000) fue durante el primer semestre del año.
Volviendo a los datos de su estudio propio, la incorporación de personal a los medios ha sido mínima. Solo un 16,8% de los medios encuestados asegura que contrató personal durante este año. Frente a ellos está el 27,7% que mantuvo la plantilla que tenía sin cambios y el, más abrumador, 52,5% que reconoce que ha reducido su plantilla. En estas cuentas solo entran los trabajadores a tiempo completo.
En general, en términos de ingresos y situación económica, este ha sido un año para olvidar. Solo el 32% de los medios encuestados asegura que han subido sus ingresos al cierre del año. Un 17% ha cerrado 2020 con los mismos ingresos que en 2019 y un 43% reconoce que ha perdido ingresos de un año para otro.
Además de ser un problema serio para los medios y para su estrategia a medio y largo plazo, este despido de profesionales lo es también para los anunciantes y para la estrategia de las marcas.
Uno de los efectos que tiene el despido masivo en medios, como ya demostró la crisis anterior, es la precarización del sector y de los medios de comunicación. Los medios se vuelven mucho más precarios, con un trabajo cada vez más mal pagado y en el que se da menos margen a los periodistas para hacer su trabajo. La calidad de los contenidos se desploma y con ello también lo hace la reputación de las cabeceras y la relación de los usuarios con ellas.
Para los anunciantes, esto supone una audiencia menos atenta, que valora menos lo que ve y mucho más reticente a pasar tiempo con los medios de comunicación.