Por Redacción - 30 Octubre 2017
El móvil es uno de los temas de los que siempre se habla cuando se analiza cómo ha cambiado el día a día de los consumidores en los últimos años. Los smartphones están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana y tienen cada vez un peso más elevado en cómo hacemos cada vez más cosas. Los móviles se han convertido en el epicentro de nuestras comunicaciones diarias, al tiempo que son cada vez más una vía más y más importante para acceder a los contenidos y a la información. Para las compañías, los móviles se han convertido en un nuevo escenario que les permitirá conectar con los consumidores y en una nueva herramienta que les dejará llegar hasta ellos.
Pero ¿es en realidad esto todo lo que tienen que tener en cuenta del móvil? ¿O quizás en realidad están calculando mal el impacto de estos terminales y su papel en el día a día de los consumidores? Quizás los marketeros se han quedado con la curiosidad y han olvidado que el papel del móvil va mucho más allá y que lo que se puede sacar de este dispositivo es mucho más que eso.
Eso es, de hecho, lo que apuntan en un análisis que acaba de publicar AdWeek: según sus conclusiones los marketeros se están equivocando de cabo a rabo con su estrategia de dispositivos móviles porque no están viendo la foto completa. Los marketeros están usando y viendo al móvil como un canal más para llegar a los consumidores, pero están olvidando que el cambio es mucho más sustancial y mucho más profundo. Como señalan en las conclusiones del análisis, el móvil supone ya un cambio en los estilos de vida. Él mismo es la llave para un nuevo estilo de vida.
Y esto es crucial no solo porque con lo que se está haciendo ahora se están infravalorando en realidad el impacto del móvil, sino también porque el efecto que tiene el móvil en otros elementos es mucho más decisivo de lo que podría parecer.
Los marketeros están obsesionados con la experiencia de cliente y han convertido el hacerlo lo mejor posible en este terreno en la gran preocupación del año. No solo se publican estudios y recomendaciones, se dedican eventos y conferencias en encuentros destacados o se analizan errores de forma recurrente sobre el tema, sino que además las propias compañías han empezado a cambiar cómo toman decisiones y hasta cómo organizan su organigrama para estar a la altura de esta cuestión. Y, a pesar de ello, se olvida el impacto que el móvil tiene en todo esto, o al menos eso es lo que está recordando el análisis.
El móvil no es ni un nuevo canal de publicidad, ni una nueva vía de distribución a lo alternativa de la tele ni una versión para llevar de internet. Es algo mucho más complejo y más ambicioso. Es lo que se ha convertido en el prácticamente pegamento de la vida moderna. El móvil es nuestro acceso a todo (y más que lo será en el futuro), lo que lo ha convertido en una pieza clave de la vida cotidiana. Por ello, hay que verlo de un modo diferente y hay que tener más en cuenta sus efectos en todas esas cuestiones que preocupan a marcas y marketeros.
Así, en el campo de la experiencia de cliente y del viaje de compra el móvil tiene un efecto directo y rompe con todas las planificaciones. El móvil puede hacer, por ejemplo, que el proceso de compra empiece en cualquier lugar y en cualquier momento, lo que lo ha convertido en más complicado y más lioso.
Por tanto, los marketeros ya no deben sentarse a analizar el móvil solo como un nuevo canal, como un nuevo elemento más en la estrategia que tienen, sino que tienen que ir un paso más allá. Tienen que analizar cómo está cambiando las cosas de un modo más profundo y casi más bien estructural.