Por Redacción - 5 Junio 2024
La estrategias de marketing y publicidad están en constante evolución. La última tendencia, sin embargo, ha generado controversia y descontento entre los usuarios: los anuncios que no se pueden omitir. Esta modalidad, ya presente en plataformas de Streaming, sitios web como YouTube, amenaza con extenderse a redes sociales populares como Instagram.
Tras esta nueva oleada de publicidad intrusiva e imposible de omitir, crece el número de usuarios que a través de las propias redes sociales comparten sus experiencias ante esta nueva moda emergente en el sector publicitario online. Los anuncios no omisibles son percibidos como intrusivos y frustrantes, interrumpiendo la experiencia fluida que los usuarios esperan en sus dispositivos móviles y plataformas de streaming. De hecho, según los datos, el 72% de los usuarios de Internet considera que la publicidad intrusiva es "muy molesta" o "molesta". Además, el 61% ha admitido que estos anuncios les han llevado a evitar ciertos sitios web o aplicaciones.
A pesar de esta tendencia en auge, la efectividad de los anuncios no omisibles está en debate.
Si bien los anunciantes aseguran que sus anuncios se muestren por completo a los usuarios, esto no necesariamente se traduce en una actitud positiva hacia las marcas. De hecho, el 58% de los usuarios afirma que la publicidad intrusiva les ha hecho perder la confianza en las marcas, y el 46% es más propenso a ignorar dichos anuncios. Además, este tipo de publicidad puede resultar contraproducente si tenemos en cuenta de que el 32% de los usuarios es menos probable que compre un producto o servicio de una marca que utiliza publicidad intrusiva, y el 28% es menos probable que recomiende dicha marca a otros.
La creciente implementación de este tipo de anuncios intrusivos y no omisibles ha suscitado debates sobre su efectividad y ética. A pesar de la clara aversión de los usuarios hacia este tipo de publicidad, las marcas continúan invirtiendo en estos formatos. Esto plantea una pregunta crucial: ¿están estas decisiones impulsadas por las necesidades reales de las marcas o por los intereses de la industria publicitaria?
Las agencias de medios y las plataformas de streaming juegan un rol central en la configuración de las estrategias publicitarias. Estas entidades son intermediarios cruciales entre las marcas y los consumidores, y su objetivo es maximizar el retorno de la inversión publicitaria.
Aquí es donde entra en juego la dinámica de los anuncios no omisibles. Las plataformas aseguran a las marcas que sus anuncios serán vistos en su totalidad, lo que aparentemente ofrece un valor añadido. Esta promesa puede ser especialmente atractiva en un entorno donde la atención del usuario es un recurso escaso y valioso, pero tal vez la verdadera realidad no sea aquella que les venden.
Las plataformas de streaming y redes sociales generan ingresos significativos a través de la publicidad. Los anuncios no omisibles permiten cobrar tarifas premium a los anunciantes, quienes están dispuestos a pagar más por la garantía de que sus mensajes llegarán completos a la audiencia. Este modelo de ingresos es altamente lucrativo para las plataformas, incentivándolas a adoptar y promover este tipo de anuncios a pesar de la resistencia de los usuarios. Sin embargo, la efectividad real de estos anuncios en términos de impacto positivo en la marca es cuestionable. Diversos estudios sugieren que los usuarios pueden desarrollar una actitud negativa hacia las marcas que utilizan publicidad intrusiva. Recordemos los datos que hemos destacado anteriormente.
La tensión entre la búsqueda de visibilidad garantizada y la experiencia del usuario plantea además un dilema ético. Obligar a los usuarios a ver contenido no deseado puede considerarse una práctica anticonsumidor, erosionando la confianza y la lealtad del público. El truco de reducir el coste de un servicio en plataformas como Netflix, a cambio de aprobar este tipo de publicidad, más cuando anteriormente el precio de tales servicios se había ido incrementando gradualmente, formaba parte de la estrategia. Ahora se paga por el servicio con su precio original y nos cuelan la publicidad.
Las marcas, en su deseo de maximizar la exposición, podrían estar sacrificando relaciones a largo plazo con sus consumidores.
La tendencia actual hacia los anuncios no omisibles en plataformas digitales representa un regreso a un modelo publicitario similar al de la televisión tradicional, que muchos consideraban obsoleto y detestado.
En la televisión, los espectadores estaban acostumbrados a los cortes comerciales que interrumpían su contenido, una práctica que generaba frustración y rechazo. Con la llegada de internet y las plataformas de streaming, surgió la esperanza de una experiencia publicitaria menos intrusiva y más personalizada. Sin embargo, el auge de los anuncios no omisibles sugiere que estamos volviendo a prácticas publicitarias más invasivas. Aunque estas estrategias pueden garantizar que los anuncios sean reproducidos, "que no vistos", en su totalidad, también están generando una reacción negativa entre los usuarios. Las mismas razones que llevaron a la televisión tradicional a ser criticada por su publicidad intrusiva se están replicando en el entorno digital. Los usuarios consideran estos anuncios molestos y frustrantes, lo que puede afectar negativamente la percepción de las marcas que los utilizan.
Además, este enfoque ignora las expectativas modernas de los consumidores, especialmente en un contexto donde los usuarios son más impacientes y están acostumbrados a consumir y saltar rápidamente entre contenidos. En la era digital, la capacidad de controlar la experiencia de visualización es valorada altamente. La insistencia en formatos no omisibles puede ser más una estrategia de la industria publicitaria y de las plataformas que buscan maximizar sus ingresos que una verdadera necesidad de las marcas para conectar de manera efectiva con sus audiencias.
Mientras que los anuncios intrusivos y no omisibles pueden ofrecer beneficios a corto plazo para los anunciantes y generar ingresos sustanciales para las plataformas, los efectos a largo plazo sobre la percepción de la marca y la satisfacción del usuario son negativos. La verdadera cuestión podría radicar más en los intereses económicos de las agencias de medios y las plataformas de streaming que en una necesidad genuina de las marcas.