Por Redacción - 10 Septiembre 2018
Fue una de esas cosas que ocurrió en verano y que por tanto no lograron muchos titulares, a pesar de que es un cambio bastante importante en el mercado de la publicidad en internet y de la publicidad en vídeo. YouTube ha hecho que encontrarse con anuncios que no se pueden saltar en su plataforma sea mucho más fácil.
Hasta ahora, este tipo de anuncios - que los consumidores odian pero que a los anunciantes no les parecen mal porque sienten que se están asegurando de que ven su mensaje - se limitaban a solo unos cuantos canales, que eran a los que YouTube había preautorizado para poder acceder a ese formato.
Ahora, sin embargo, YouTube ha abierto a todos los canales de vídeo la posibilidad de monetizar sus contenidos con este tipo de anuncios. La razón detrás de este movimiento es - casi se podría decir que de forma evidente - económica. En el propio vídeo en el que YouTube anuncia este cambio, reconocen que los anunciantes pagan más por este tipo de anuncios. La duración de este tipo de mensajes podrá oscilar entre los 15 y los 20 segundos, que es la cantidad de tiempo máxima que YouTube permite a los anunciantes para los anuncios que no se pueden saltar.
Y la cuestión no es solo un movimiento de YouTube en el mercado publicitario y un cambio que impactará en las decisiones de los anunciantes, sino también un elemento que tendrá ramificaciones en lo que ocurre con la publicidad y con la relación de los consumidores con ella. Porque la gran pregunta es la de quién verá esos anuncios. También se podría añadir la de cómo harán los anunciantes que esa experiencia no sea un lastre.
Porque no hay que olvidar que los consumidores odian la publicidad de los vídeos online y mucho más si no se puede omitir o se reduce a imitar el modelo de la vieja pantalla de la televisión tradicional. Se podría decir que odiar es una palabra muy fuerte para hablar de los sentimientos de los usuarios hacia el contenido publicitario, pero los movimientos de las empresas de internet y de los anunciantes que emplean sus canales para llegar a sus audiencias han hecho que no lo sea tanto.
Años de malas prácticas, de anuncios pesados, de abuso de posicionamiento de contenidos publicitarios y de apaños para intentar que los internautas vean más y más anuncios han hecho que el público esté saturado. Los consumidores están hartos de la publicidad online y, sobre todo, están hartos de cómo lastra la experiencia de acceso a los contenidos. Los internautas quieren menos anuncios, anuncios que puedan gestionar (y saltar), anuncios más breves y anuncios menos molestos. 20 minutos en pre-roll está muy lejos de ello.
Pero el problema no está solo en la cantidad de publicidad y en el hecho de que se intente blindar su presencia y que los consumidores la vean sea como sea. El problema no es solo de forma, sino también de fondo.
La publicidad no solo resulta cansina y pesada porque sea omnipresente y porque se fuerce que se vea sea como sea, sino también porque los anuncios se han convertido en una especie de batiburrillo. Todos son más o menos iguales, todos siguen los mismos patrones y no pocas veces no son más que una adaptación (cuando no directamente el mismo) del anuncio que se ha lanzado en la campaña en televisión.
Quizás, el problema no es solo la omnipresencia del anuncio de vídeo y el hecho de que se haya convertido en una especie de plaga, sino también su falta de creatividad. Pocas son las campañas que muestran algo absolutamente diferente o que destacan por encima de la media y que hace, por tanto, que verla entera no sea un lastre tan pesado. Pocos son los anuncios que se verían simplemente por ver de los que han nacido para perseguir a los consumidores por la red.
Y esto un problema más, ya que hace que los pocos alicientes que los internautas podrían tener para ver ese anuncio se reducen de forma notable. El anuncio no resulta atractivo y, por tanto, no hay razón para verlo más allá de simplemente esperar a que termine para que empiece el contenido que se quiere ver.