A algunos de nosotros – y cuando tuvimos el valor de alzar la voz, nos dimos cuenta de que éramos muchos más de los que originalmente creímos – nos tocó crecer en un ambiente en el que siempre tuvimos presente que éramos diferentes. O puede que lo descubriéramos abruptamente como resultado de uno de esos momentos que marcan a fuego nuestra vida. Cualesquiera que fueran las circunstancias específicas, llegó el día en el que nos tocó aceptar de la mejor forma posible (y para algunos menos afortunados esto se convirtió en tarea de toda una vida) que pertenecíamos a una ‘minoría’ o colectivo minoritario como resultado de nuestra discapacidad, origen étnico, religión o falta de ella, orientación sexual o tantos otros factores. Y no cabe duda de que lo encajamos de formas muy diferentes. Algunos sin que nos supusiera ninguna angustia existencial en nuestra relación con los demás o con nosotros mismos y otros profundamente afectados por la experiencia directa de la discriminación: una experiencia que dejó su huella en muchos y en el mejor de los casos forjó cualidades extraordinarias en nosotros como la sensibilidad, la entereza o la compasión.
El personal branding en la era 2.0 nos ofrece la increíble oportunidad de sobrepasar las limitaciones comunicativas y tecnológicas que experimentaron los que nos precedieron y construir nuestra marca personal sin tener que renunciar a nuestra idiosincrasia ni especificidad, sino precisamente potenciándolas y siendo fieles a ellas. El principio fundacional del personal branding tal y como fue concebido por sus creadores en la era moderna (luminarios como Tom Peters, Dan Schawbel, William Arruda o Peter Montoya) es precisamente el irrenunciable valor y dignidad de cada ser humano y la posibilidad de brillar en el medio online por méritos propios construyendo una comunidad de seguidores y amigos de todos los tipos y clases con los que podemos interactuar desde el respeto mutuo, desarrollar hasta su máxima expresión nuestra personalidad y nuestro talento y convertir en realidad nuestros sueños en el proceso.
Con estos sólidos cimientos, me gustaría tratar ahora de algunos de los temas más candentes que afectan a aquellos y aquellas que con o sin su consentimiento son considerados y tratados como ‘minorías’. Empezaré señalando que en un proceso tan intensamente íntimo e idiosincrático como es la construcción de la marca personal, nos corresponde libremente a cada uno el decidir el que nuestra marca se ciña a un colectivo determinado o que alternativamente se dirija al gran público en el sentido más amplio. Me apresuro a indicar que esta es una decisión que debe ser tomada en conciencia por cada uno dependiendo de nuestros intereses y de nuestro ‘momento’ personal y profesional. Pero de esta crítica decisión dependerá el énfasis de nuestras interacciones y las técnicas y hasta la tecnología que utilizaremos para transmitir nuestra marca: una marca personal construida con un colectivo específico en mente requiere de un enfoque bastante diferente de una marca más ‘neutra’ e inespecífica. Ambas son total y perfectamente válidas y pueden reportarnos mucha satisfacción e importantes resultados tangibles.
Y esta decisión no es tan fácil como un observador poco avezado podría inicialmente pensar. Si optas por hacer bandera de tu condición de ‘minoría’, el énfasis de tu marca será muy diferente de si internalizas que ese aspecto de tu vida es irrelevante en la consecución de tus objetivos. Por ilustrarlo con un ejemplo, el hecho de que poseas una discapacidad puede llegar a constituir si así lo decides uno de los elementos identificativos de tu marca personal – eliges ser orgullosamente discapacitado y tu marca puede potencialmente actuar como un desafío ‘capacitador’ a la vez que un recordatorio de que es la sociedad la que discapacita. El caso contrario sería el optar por renunciar a todo activismo en tu personal branding ya que consideras que tu discapacidad es irrelevante para tus objetivos de marca y prefieres enfatizar capacidades personales y profesionales que son las que crees que realmente te definen: tus valores, tus logros, etc.
Quizás el asunto más espinoso al que muchos y muchas os tendréis que enfrentar dentro de esta dinámica sea el ‘salir del armario’ con respecto a vuestra condición si esta no es inmediatamente obvia. Dada la naturaleza y la intensidad de las interacciones online en el contexto de la Web 2.0 y la cada vez mayor transparencia e inmediatez a la que nos abocan los social media y los dispositivos móviles, sólo es necesario marcar dos casillas en Facebook o incluir dos palabras para que nuestra orientación sexual sea de dominio público. Una vez más, insisto en que esta es una decisión personal e intransferible, aunque creo que es importante ser consciente de las implicaciones que nuestra decisión puede tener en nuestro ámbito personal y profesional, especialmente si nos encontramos en un ambiente en el que nuestra sexualidad, religión u origen étnico vayan a levantar (aunque sea injustificada e irracionalmente) ampollas. El momento y la ocasión te corresponden a ti y puedes optar entre un enfoque más estratégico o espontáneo dependiendo de una multitud de factores. Te corresponde también a ti el decidir cuándo merece la pena ‘pagar el peaje’ necesario para saber a ciencia cierta si las personas con las que interactúas en el día a día te aceptan tal y como eres y siguen apostando por tu marca o descubren una cara más hostil una vez reveles ese aspecto de tu vida.
Más tarde o más temprano, tengo la convicción de que tu marca personal – cuando sea llevada a su máxima expresión – te requerirá el que des un paso al frente y de alguna manera influyas para bien en la suerte de tu colectivo y en la sensibilización de la mayoría. Quizás en un sentido profundo y por razones que no podamos comprender dadas nuestras evidentes limitaciones cognitivas y emocionales, exista una lógica dentro de eso que nuestros antepasados los griegos llamaron Destino por la que debas ser diferente y el que lo seas sea precisamente un trampolín que te impulse a alturas desde las que las vistas son privilegiadas y en las que tu luz brille más e ilumine un área mucho mayor. Mientras tanto, no permitas que nada ni nadie te haga sentirte inferior y renueva tu determinación en construir una marca personal de la que te puedas sentir orgulloso/a – una marca que te pertenece y que tienes derecho a conducir a tu propio ritmo y siguiendo las pautas que te marque tu instinto y tu conciencia para tu beneficio y el de todos nosotros.