
Picadilly Circus, Times Square, casi siempre que se habla de publicidad y de grandes anuncios suele ir acompañado de alguna imagen de esos lugares. Son los ejemplos más representativos de lo importante que es tener un espacio propio en un sitio muy visitado. Las grandes empresas saben que es importante estar ahí y por eso están dispuestas a invertir una gran cantidad de dinero en hacerse un hueco y hacer lo posible para llamar la atención.
Ahora imagina que alguien te dice que puede conseguir que pongas publicidad en uno de esos sitios y además no te va a costar nada (solo tus datos más personales). Con la cantidad de gente que pasa por esos templos del consumo, ni lo dudas. Solo hay una pequeña pega, el tamaño de tu anuncio será como el de un sello de correos, algo así como una de esas pegatinas que ponen los cerrajeros en las puertas de las casas. Además, tendrás que estar cuidándolo constantemente para que siga ahí.
Absurdo, ¿verdad? Pues quizás estás haciendo algo parecido creyendo que puedes tener más resultado que el de la pegatina en una farola de Picadilly Circus.
Hay negocios que se basan en el desconocimiento de las matemáticas y de las probabilidades por parte de la mayoría de la gente. La lotería es uno de esos negocios. Todo el mundo sabe (o debería) que las posibilidades de que un sorteo te saque de pobre son mínimas. Pero al ver a la gente de un pueblecito brindando con sidra porque les ha tocado unos euros en Navidad tiene un efecto emocional brutal. Creo que ahora lo llaman Euromarketing.
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