Es incuestionable que todos ofrecemos una imagen de nosotros mismos. A nuestros amigos, familiares, compañeros de trabajo,... pero también, cada vez más, a personas con las que apenas hemos tenido tiempo o posibilidades de interactuar directamente.
Por supuesto es siempre una imagen inexácta, tanto más nítida cuanto más tiempo y experiencias hemos compartido con aquellos a quienes tratamos de darnos a conocer.
Vivimos en un mundo de percepciones donde las emociones cuentan mucho más de lo que nos atrevemos a reconocer y donde la simpatía o el rechazo por parte de los demás es, a menudo, cuestión de una primera impresión.
Reconócelo, tu también los has sentido. Cuando te presentan a alguien a quien jamás has visto y de quien nada sabes, cualquier detalle, de manera casi inconsciente, deja una impresión en ti. La forma en que te da la mano, su mirada, si sonríe, su forma de vestir, su olor e incluso su forma de moverse, son factores que casi de manera inmediata, te provocan una afinidad o algún tipo de antipatía. Rara vez indiferencia.
Somos humanos. Funcionamos así.
Hasta hace bien poco, la imagen pública era algo de lo que sólo debían preocuparse políticos y famosos. Sus apariciones en medios de comunicación y lo que de ellos se hablaba, ha sido siempre una parte esencial de su proyección profesional y, también en buena medida, personal.
Hoy todos tenemos una imagen pública. No nos es posible tratar personalmente con todas las personas que buscan o encuestran información sobre nosotros. No podemos presentarnos, ni cuidar esa primera impresión del mismo modo que veníamos haciéndolo hasta ahora.
Son Google y nuestros perfiles sociales quienes a menudo van a reemplazar todos aquellos factores de un primer encuentro cuerpo a cuerpo. Nuestras fotografías, vídeos, opiniones, nuestros trabajos, logros y fracasos, lo que los demás piensan sobre nosotros,... Todo, está cada vez más al alcance de cualquiera que quiera saber algo acerca de nuestra persona. Incluso si eres celoso de tu intimidad y apenas puede encontrarse nada sobre ti, con esa ausencia de información también estarás proyectando una imagen.
No hay salida. El Personal Branding, lo queramos o no, es algo que todos tenemos que cuidar. Nuestra huella digital está ahí, construyéndose día a día. Cuanta más información compartamos de manera consciente y estudiada, cuanto más dedicación pongamos en ello, más control tendremos sobre la percepción que los demás construyen de quienes somos.
No se trata de alterar ni engañar. Se trata definirnos cómo somos, de ayudar a ser nítidos a los ojos del otro. Dando siempre el mejor reflejo posible.
Dónde antes usábamos una buena colonia, ahora habrá que poner un "storytelling" vídeo. En lugar de un apretón de manos, una sonrisa en nuestra foto de perfil. Está todo ahí: en que trabajamos y cuáles son nuestros logros, con recomendaciones de compañeros y enlaces a proyectos en que hemos trabajado. A quien conocemos, qué nos gusta hacer, nuestras pasiones y también nuestro lado más humano.
Y tu, ¿cuidas tu Personal Branding?, ¿tienes alguna estrategia, consejo o comentario que añadir?. ¿O quizá opinas que no tiene tanta trascendencia?. Te invito a compartirlo en el hilo de comentarios. Me encantaría conocer tu opinión.