
¿Se puede tener la mejor marca personal y la peor al mismo tiempo?
Por Redacción - 29 Febrero 2016
Una cosa que todo el mundo aprende en los años escolares es que es imposible ser amigo de todo el mundo. Poco importa lo simpático que se sea, lo majo, lo divertido o lo que se quiera poner en la larga lista de adjetivos, que siempre habrá a alguien a quien se le caiga mal. Es ley de vida, se podría decir, y es imposible conseguir una aceptación universal. Incluso los perfiles de las personas que son consideradas de forma universal como tan queribles o tan encomiables tienen a algún hater que no puede soportarlos por la razón que sea.
El caerle bien a todo el mundo es imposible (por mucho que en algunas noticias de la crónica de sucesos parezca que eso era lo que pasaba - hasta el hecho en cuestión - cuando todos los vecinos se lanzan a comentar con espanto que era "una persona encantadora") y el dato es relevante no solo a nivel personal sino también a nivel profesional. Es imposible que el propio perfil le guste a todo el mundo y que se le caiga bien a todo el mundo, por muy business que sea la relación. A la hora de crear marca personal, hay que ser plenamente consciente de que no se logrará un 100% de aceptación.
Este no es una especie de consuelo ante la parte más dura de la "cruel realidad" sino más bien un hecho al que nadie es capaz de escapar. De hecho, los CEOs más queridos o los más valorados no tienen por qué sentirse inmunes a las críticas y no quedan ajenos a ellas. Por no quedar, ni siquiera tienen un bono de inmunidad que les impida no colarse en las listas de los consejeros delegados más odiados.
Zuckerberg, querido y odiado al mismo tiempo
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