Por Redacción - 10 Enero 2019
Una de las clásicas lecciones de marketing que se aprenden, se repiten y se toman como una especie de palabra divina en lo que a acciones a realizar toca es la de que el logo es una pieza fundamental. Los logos son el elemento clave para marcar la identidad de la marca, porque son una suerte de carné de identidad de la compañía. Son lo que hará que el consumidor tenga claro quién está al otro lado y que identifique rápidamente a la empresa frente a toda la competencia y frente a todo el ruido que la rodea.
Además, el logo no solo es una herramienta diferenciadora, sino también transmisora de información. Los elementos que conforman el logo dejan claro cuáles son las piezas clave de la identidad de la compañía, lo que hace que está sea única, a quién se dirige o hasta cuál es el rango de precios en el que se mueven sus productos. El logo es una suerte de resumen de lo que la compañía es y de a lo que aspira.
Por eso, el último movimiento en lo que a tendencias de logos toca resulta llamativo y hasta cuestionable. En los últimos tiempos, las compañías se están empezando a parecer cada vez más unas a otras y sus identidades están cada vez más relacionadas y más fusionadas unas con las otras. Esto es, cada vez las empresas están empleando más y más los mismos recursos y presentando identidades más y más parecidas.
Las últimas tendencias en diseño de logos están generando un efecto unificador. Las compañías están optando por tipografías sans serif y están centrándose en usar de forma recurrente los mismos parámetros en lo que a lo que es importante y lo que no toca. Los rediseños de los logos de las marcas de moda de lujo son el mejor ejemplo de cómo está sucediendo. Las compañías han ido abandonando sus logos tradicionales, muy reconocidos y en la mayor parte de las ocasiones muy únicos, por visiones mucho más simples de su identidad corporativa, que suelen acabar siendo iguales a todas las que están haciendo su competencia. Su nombre aparece en una tipografía aséptica y en color negro.
El fenómeno tiene ya nombre. Se llama blanding, como recuerdan en Quartz, y todo apunta a que será una de las grandes tendencias en diseño de branding de 2019.
??Una de las razones de las simplificaciones de logos en los últimos años era internet. La red había creado la necesidad de tener una imagen mucho más sencilla y mucho más simple, para que funcionase mucho mejor en las diferentes pantallas y en los diferentes entornos en los que se accedía a la red.
Por un lado el móvil y por otro las redes sociales habían hecho que los logos tuviesen que responder a ciertos criterios. Fue el momento en el que los logos empezaron a nacer ya pensando en cómo iban a encajar como imagen de perfil en las redes sociales y ya preparándolos para encajarlos a todos esos tamaños.
La simplificación actual de cómo se muestran las cosas está ligada, sin embargo, a una cuestión legal. Las marcas creen que así pueden proteger mucho mejor su propiedad intelectual y blindarse frente a la piratería o el robo de imagen, porque su imagen de marca estará "en las palabras" y no tanto en cómo se muestran esas palabras. Es decir, que lo que hace que sean lo que son es lo que está asociado a ellas a un nivel descriptivo y de percepción, pero no el logo como tal en su presentación.
Celine, Calvin Klein, Saint Laurent, Balenciaga, Burberry... La lista de compañías de lujo que están sumándose a la tendencia es muy larga. Eso sí, aunque todos los diseños se parecen mucho, las compañías se diferencian empleando tipografías diferentes y también jugando con las propias características de ellas.
A todo ello se suma una tendencia general en diseño, la que apuntala lo "espartano", como explicaba un especialista a Bloomberg hace unas semanas. Hay una tendencia general al minimalismo y esa visión está impactando también en el diseño de logos y en cómo se presentan las marcas y las empresas a sus consumidores. No lo hacen solo con sus productos, también lo hacen con sus identidades.