Andrés, es Químico por la Universidad Autónoma de Madrid y...

Muchos habréis leído el multitud de ocasiones que cualquier marca, personal o comercial se apoya en un pequeño puñado de variables. Antes de nada debe ser útil, relevante para su nicho de mercado. También debe ser fiable. Y además, debe ser conocida.

La fiabilidad o la credibilidad se basa a su vez en otras tantas variables como la consistencia, la persistencia o la defensa de unos principios y valores.

Lo que hace que una marca sea fuerte no es la defensa de un valor concreto u otro (el branding personal no es un conjunto de leyes morales, es solo una herramienta), sino la defensa a ultranza de aquel que hayas establecido como principal. Esto implica que una marca fuerte no es la que predica la paz en el mundo sino aquella que lo hace de forma consistente a lo largo del tiempo.

Si eres un hijoputa, un sinvergüenza, una mala persona o tienes unos valores odiosos (Hitler, Stalin,…) pero lo haces de forma consistente, coherente y persistente, conseguirás posicionarte como alguien fiable para tu nicho de mercado, es decir, para aquellos que consideran que eres relevante. Al final, tu marca, personal, comercial o ideológica llegará a ser reconocida tanto por los que te aman como por los que te detestan. Pero una de las leyes del branding es que si tratas de contentar a todo el mundo no conseguirás contentar a nadie.

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