Internet hizo que las marcas estuviesen más expuestas, que sus errores fueran más sencillamente compartidos y amplificados y que sus usuarios tuviesen mucho más fácil guardar memoria de aquello que habían hecho mal.
Las redes sociales han servido para multiplicar ese efecto y, en los últimos años, el llamado efecto Streisand se ha convertido en una de las peores pesadillas de las marcas en internet y en uno de los problemas que deben evitar.
Pero ¿qué es exactamente el efecto Streisand? El efecto Streisand ocurre cuando una empresa intenta ocultar algo que no le gusta (una mala decisión empresarial, una crítica en internet, etc) e internet, por el contrario, multiplica y hace todavía más visible lo que se intentaba esconder. El término fue acuñado en 2005 y desde entonces se ha hecho muy popular, quizás porque el boom de las redes sociales en los últimos años ha hecho mucho más complicado el poder escaparse al escrutinio de los usuarios.
La última marca que ha padecido el efecto Streisand ha sido el grupo RBA, editora de la revista satírica El Jueves. La revista había preparado una portada especial tras la abdicación del rey Juan Carlos I, que finalmente no fue la que llegó a los quioscos a pesar de que la revista salió a la venta un día más tarde de lo habitual. Sin embargo, la primera portada sí consiguió llegar a internet y los internautas empezaron a preguntarse qué había ocurrido con ella.
La portada original empezó a ser reproducida en todas partes. La primera noticia sobre la autocensura llegó a portada de Menéame, el popular agregador de noticias, y ahí comenzó la bola de nieve. Las noticias sobre la portada de El Jueves que no había llegado a los quioscos se colaron en todos los medios y en Twitter se convirtió en trending topic. La portada de El Jueves que no fue publicada se convertía, de hecho, en pancarta en algunas manifestaciones.
Sobrevivir al efecto Streisand es posible, aunque requiere un tremendo esfuerzo posterior por parte de las marcas para hacer olvidar su anterior metedura de pata. Pero evitarlo también es posible. Las compañías nunca deben olvidar que en los tiempos de internet la transparencia no es una opción sino más bien una obligación y que sus acciones serán analizadas con lupa por la opinión pública.
Los errores, las decisiones polémicas o las críticas pueden ser gestionados sin empujar a la empresa a las terribles consecuencias del efecto Streisand, asumiendo simplemente lo que se ha hecho mal y pidiendo disculpas.