Por Redacción - 17 Febrero 2020
En los últimos años, los contenidos se han convertido en uno de los elementos recurrentes en la estrategia de marketing de las empresas y en unos de los que se ven con mejores ojos.
Los marketeros han comprendido que, en un mercado en el que los consumidores están cada vez más hartos de la publicidad tradicional y en el que los anuncios funcionan mucho peor, necesitan perfilar mejor qué hacen y cómo. Y ahí es donde entran en juego los contenidos, que conectan con las audiencias porque no los ven como spam publicitario y sí como algo de valor añadido.
Pero ahora que las marcas y las empresas han comprendido el poder de los contenidos y la necesidad de incorporarlos a su día a día, también necesitan comprender que el marketing de contenidos debe cumplir con ciertos requisitos y con ciertos valores.
De entrada, los marketeros deben asumir una lección principal y crucial, la de que los contenidos - tal y como ahora mismo los consumidores los esperan - no son un publirreportaje de los de toda la vida. Para los consumidores, un artículo en el que se canten las loas de un producto o de una empresa no les aportará nada de interés y no funcionará apuntalando la imagen de la compañía detrás del mismo.
La estrategia de contenidos debe seguir, en cierto modo, más las reglas del periodismo que del marketing, al menos en la creación de los artículos, posts o reportajes. Los responsables deben preguntarse si el tema es relevante, si aporta datos que el consumidor no conoce o si la lectura será realmente interesante y atractiva para el lector.
Los beneficios para la marca y sus productos deben existir, por supuesto (estamos hablando de estrategia de marketing, al final), pero deben hacerlo de un modo sutil y supeditado a todo lo anterior.
Y, para continuar, los marketeros no deberían asumir que cualquiera puede hacer este trabajo o que cualquier persona que sepa escribir producirá los contenidos que necesitan.
Es un error similar al que ya cometieron cuando las redes sociales se popularizaron y se dio por sentado que cualquiera con un perfil en Facebook podría ser el responsable de estrategia en social media. El tiempo demostró que eso era un error de cálculo y que se necesitaba a alguien que supiese de qué hablaba. Lo mismo ocurre con los contenidos. Hay que dejarlos en manos de profesionales que sepan de qué hablan.
Además, contratar a un profesional altamente especializado o trabajar con partners con conocimientos específicos sobre el mundo de los contenidos permite acceder a una serie de beneficios y mejoras que amplían el alcance y los buenos resultados de los contenidos.
Como señalan en un análisis de Business2Community, existen cinco grandes beneficios clave de asociarse con un proveedor de contenidos que sepa realmente qué está haciendo.
El primero está en la propia calidad del contenido. Un partner apropiado ofrece contenidos de alta calidad, que se ajustan a las plataformas en los que se van a publicar y que sirven el mensaje de la manera más eficiente posible.
Además, y he aquí el segundo gran beneficio, los contenidos son creados de un modo consistente, siguiendo una estrategia y con objetivos claros en mente. Son contenidos que mantienen una cierta calidad y que además se posicionan como parte de una estrategia a largo y medio plazo. Ayudan a crear reputación para la marca. El mensaje es, tercer beneficio clave, coherente y consistente.
No son los únicos beneficios que genera dejar los contenidos en manos de profesionales expertos. La creación del contenido se vuelve estratégica, tanto desde el punto de vista más científico (analítica, uso de keywords, etc) hasta la más artística (crear contenidos requiere, al final, de un cierto talento y de unos ciertos conocimientos sobre el arte de la escritura). Este conjunto de capacidades y conocimientos ayuda a aportar el último gran beneficio clave. Los contenidos no solo serán atractivos en términos de calidad y lectura, sino que tendrán una estructura eficiente que hará que funcionen en términos de SEO.