Por Redacción - 19 Febrero 2020
Los cambios normativos que han entrado en vigor en los últimos años, especialmente la ley europea de protección de datos, han obligado a las empresas a ser mucho más claras con cómo recogen información y, sobre todo, sobre qué hacen con ella. La ley les obliga a hacerlo.
Además, los consumidores se han vuelto cada vez más sensibles en cuestiones de datos. Si hace unos años estaban dispuestos a compartir prácticamente cualquier información y de cualquier manera, ahora las cosas ya no funcionan así. Se han vuelto mucho más críticos, mucho más conscientes del peso de la información y de la importancia que tiene para las empresas y mucho menos abiertos con sus datos personales.
Todo ello ha hecho que recopilar datos se haya convertido en mucho más complicado de lo que lo era en el pasado, pero también que las cosas hayan cambiado para las empresas en lo que a condiciones se refiere. Su estrategia debe ser diferente y, en esa diferencia, la transparencia y el ser más claros con lo que se hace en datos se ha convertido en un elemento crucial.
De hecho, es lo que está haciendo, como dejan claro ya los estudios y como señalan desde eMarketer. "Tienes que cambiar el lenguaje para que sea mucho más claro en lo que el consumidor se lleva a cambio y en para qué se recolectan los datos y dónde se usan y cómo", explica a eMarketer Brian Czarny, el CMO de Factual.
Un estudio que habían elaborado en Factual en colaboración la Universidad de Southern California ya había señalado que los consumidores están mucho más dispuestos a compartir información si saben qué va a ocurrir con ella y para qué se va a emplear. La mitad de los usuarios de smartphones, partiendo de una muestra estadounidense, aceptaban en mayor o menor grado compartir información de localización si con ello se llevaban beneficios asociados.
Solo el 18% se negaba a pesar de saber qué les iba a reportar.
Por ello, las marcas y las empresas están cambiando cómo gestionan la información y cómo se posicionan ante los consumidores cuando están intentando hacerse con sus datos personales. De entrada, han comenzado a usar una nueva estrategia narrativa, por así decirlo, para gestionar los datos. Los consumidores saben desde el primer momento qué les reportará el compartir esa información y que beneficios lograrán gracias a ese comportamiento.
Por ejemplo, para lograr datos de localización, las apps se centran en destacar cómo mejorará la experiencia. Otras apps que también recolectan datos añaden pantallas de información adicional que dan más información al usuario sobre cómo y por qué están guardando esos datos.
No todas las compañías lo tienen igual de fácil y no para todas funciona el mismo formato. Para aquellas que buscan acumular datos para servir publicidad, conectar con las audiencias y convencerlos de que esa es la mejor manera de llegar hasta ellos es mucho más difícil. Como señalan en eMarketer, defender el recoger datos para ajustar anuncios es mucho más complicado, aunque se puede trabajar usando la idea de que se recibirán ofertas mejores o ciertos servicios gratis como palanca para conectar con las audiencias.
Lo que queda claro, se mire como se mire y se trabaje desde la óptica que se trabaje, es que las compañías ya no pueden volver a las posiciones de hace años y no pueden esperar que los consumidores acepten cualquier cosa. Ahora son mucho más conscientes del poder de los datos y de su importancia, lo que hace que quieran tener mucho más control sobre esa información.