Por Redacción - 2 Junio 2020
Cuando hace un mes los agricultores lanzaron un grito de socorro porque sus cosechas se estaban lanzando a perder, fueron muchos los consumidores que se lanzaron a comprar online. El campo se había lanzado al ecommerce como una vía para sobrevivir a la crisis del coronavirus y para dar salida a los productos que antes vendían a hostelería y restauración, productos sin vender por la paralización de la actividad.
Puede que algunos consumidores comprasen en un primer momento esos productos por una cuestión de solidaridad y responsabilidad, pero si repitieron semanas más tarde fue porque les habían gustado los productos y porque la experiencia había sido positiva. Como me explicaba una consumidora de mediana edad que nunca se siente cómoda comprando productos como alimentación online, volvió a comprar en la red patatas de A Limia porque habían "salido buenas" y porque el proceso había sido cómodo y rápido. En lugar de traerlas desde el supermercado, le habían dejado 10 kilos de patatas en la puerta de su casa.
El campo y la respuesta de los consumidores son un ejemplo de lo que ha ocurrido durante esta crisis. Muchos players tradicionales que se resistían a vender en la red han acabado abriendo tienda online, rápido y sin mucha preparación para ello, y muchos consumidores han terminado comprando más en la red o incluso probando un consumo online que hasta ahora no les inspiraba confianza o no les resultaba atractivo.
Los datos de los estudios lo dejan claro. Según datos de SeQura, la crisis del coronavirus ha triplicado el número de usuarios que compra por primera vez en la red. De estos compradores que se estrenaban el en ecommerce, el 41% tenía más de 40 años (un público que al ecommerce no siempre le ha sido fácil convencer).
Como explica en una nota de prensa su CEO, David Backström, habitualmente los cambios los protagonizan los jóvenes, pero "ahora vemos cómo el cambio de hábitos de compra proviene de personas mayores de 40 años, que parecen haber roto la barrera psicológica del miedo al online".
De hecho, los consumidores están ya buscándolo todo en la red. Una estadística de la plataforma Mycaready apunta a que desde que empezó la crisis las citas online con los talleres mecánicos se han triplicado en España. De hecho, los gigantes de los automóviles han empezado a emplear también más la red para intentar vender o captar potenciales clientes.
Todo ello deja clara que el comercio electrónico se ha convertido en un refugio notable para la actividad comercial durante esta crisis y que, con ello, los consumidores han dado el salto y han eliminado barreras. Las compañías y las marcas necesitan tener una estrategia activa en la red, lo que implica apostar por el marketing digital y hacer un proceso completo de transformación digital.
La transformación digital es crucial en este nuevo contexto. Ya lo era antes, cuando las compañías necesitan ajustar qué hacían y cómo lo hacían a las herramientas informática y debían comprender que para sobrevivir necesitaban la tecnología (y asumir que el cliente se había convertido en uno omnicanal). Ahora lo es mucho más. Lo fue durante el confinamiento, cuando la vida de los consumidores se mudó a la red, y lo será después, cuando sigamos limitando los movimientos por precaución y cuando continuemos usando lo que descubrimos y apreciamos durante la crisis.
Y, por supuesto, si los consumidores pasan más tiempo en la red, las marcas necesitan estar ahí también. Deben establecer una estrategia de marketing digital para conectar con ellos y para seguir siendo relevantes.
Las grandes marcas fueron las que más rápido comprendieron este cambio, pero qué ocurre con las pymes. Algunas de las tendencias que han emergido estas semanas, como el localismo, las benefician de forma directa. Y la necesidad ha hecho que se den cuenta de lo que los analistas llevan años diciéndoles: un estudio británico demostraba que ahora están más abiertas al marketing.
Aun así, no todo el camino está andado. Según datos de BeeDIGITAL sobre pymes en España ahora mismo, y a pesar de todo, solo el 6,5% de las pymes permite hacer compras desde su web.