
Desde la Grecia clásica la belleza en la perfección, la proporción y la armonía. Incluso en esa época quisieron cuantificar esta armonía en la llamadaProporción Aúrea, que está inspirada por el pitagorismo y afirma que todo el mundo real se puede reducir a proporciones matemáticas.
Sus ideas de la belleza ahondaron en el pensamiento occidental y se han plasmado a lo largo de la historia. Los clásicos aplicaban estas proporciones en la arquitectura y en la escultura con la aplicación de los conceptos de orden arquitectónico y canon de belleza, en ambos casos la armonía, la belleza, se imaginaba como proporción armónica entre las partes, de un edificio o del cuerpo.
No hemos perdido su esencia ya que para ellos la caracterización de la belleza, a menudo se basaba en una combinación de belleza interior, que incluye los factores psicológicostales como congruencia, elegancia, encanto, gracia, integridad, inteligencia, personalidad y simpatía, y belleza exterior, es decir, atractiva, que incluye factores físicos tales como la innovación, novedad, conceptos sensoriales y estimulantes, perdurabilidad, coherencia, utilidad y simetría.
Así para el humano la naturaleza es bella, es por eso que el escultor griego construye prototipos ideales de belleza que, extraídos de la realidad, confecciona con sutiles cálculos matemáticos y geométricos hasta llegar a las proporciones perfectas. En el caso las esculturas de hombres comunes de Policleto alcanzaban tal grado de perfección, que sus obras eran tomadas como modelo para estudiar el cuerpo humano, pues se tenía el convencimiento de que, junto a la ornamentación, el arte debía cumplir una función didáctica, así por qué nuestro packaging no lo va a ser.
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