La neurociencia está tomando cada vez más importancia en las decisiones de las marcas, que han empezado a aplicarla en diferentes campos. Así, por ejemplo, el neuromarketing es una moneda de uso cada vez más corriente, aunque lo cierto es que el uso de estas herramientas puede aplicarse en muchas más fases de la creación de un producto o servicio con el que intentar conquistar al consumidor. La neurociencia puede, de hecho, estar detrás de las decisiones que se deben tomar cuando se hace el diseño de un producto (y cómo se presentará este a los consumidores) para que su imagen tenga un mayor impacto entre los consumidores.
Por tanto, el terreno del diseño no se puede quedar fuera de los campos en los que se está empezando a aplicar la neurociencia en el mundo de la empresa. Teniendo en cuenta lo que se sabe sobre cómo el cerebro de los consumidores funciona, se pueden tomar decisiones que hagan que los productos consigan llamar más la atención, ser más fácilmente interpretados por los consumidores o despertar asociaciones de forma más eficaz. ¿Qué lecciones se puede sacar por tanto de la neurociencia para el diseño de producto?
Las marcas tienen que invitar al consumidor
Una de las ideas que tienen las marcas es que los productos deben ser rápidamente identificados. Y eso es cierto: el consumidor que está abrumado por una avalancha de productos tiene que ser rápidamente capaz de encontrar en medio de toda esa gigantesca variedad al producto exacto que quiere buscar. Eso hace que las marcas apuesten por colores o elementos que se repiten y se identifican rápidamente con ellos, aunque eso no es suficiente para triunfar, como explican en The Drum basándose en el caso de una marca para supermercado.
En el caso de esta historia, la rápida identificación era de hecho hasta contraproducente. La marca en cuestión tenía un packaging siempre amarillo, que hacía que sus productos fuesen identificados muy rápidamente. Era imposible no verlos y no saber de qué marca eran. Pero la marca era, además, una marca low cost de una cadena de supermercados, lo que hacía que los consumidores tuviesen sentimientos encontrados con respecto a los productos ya que cuando los soltaran en su carro todo el mundo sabría que estaban comprando lo más barato. La lección es que no vale solo con identificar, también hay que invitar a que los consumidores se queden con ese producto introduciendo en el packaging elementos que lleguen al terreno de las emociones y que hagan la presentación del producto más amigable.
Y para simplificar el cómo se procesa la información y el cómo se entiende lo que se quiere decir hay que usar de forma recurrente códigos que los compradores puedan identificar rápidamente y que transmitan lo que la marca quiere decir. El diseño debe entenderse por tanto como una forma de entablar rápidamente una conversación. Por ejemplo, el packaging de la ginebra Hendrick"s Gin juega con los aires victorianos y con la estética steampunk. No es que trate de vender algo clásico, sino más bien que juega con lo reto y sobre todo con lo que se asocia al steampunk. La ginebra sugiere así diversión y aventura.
Otras marcas emplean siempre elementos comunes en el diseño y asociados a su pasado, lo que hace que los consumidores introduzcan rápidamente al producto dentro de su historia y de su legado.