Por Redacción - 24 Noviembre 2022

Durante los meses de noviembre y diciembre – y puede que antes incluso: la Navidad llega cada vez más temprano a los comercios – las marcas afinan posiciones para intentar conquistar a unos consumidores deseosos de productos especiales y diferenciados. Quieren celebrar las fechas e incluso en un año como este, en el que la inflación ha cambiado los patrones de consumo, se intenta buscar lo festivo.

Por eso, tiendas – online y offline – y marcas sacan la artillería decorativa, aplican los villancicos y se llenan de aires festivos. Pero, además, la campaña de Navidad es también una oportunidad para hacer que los productos que conocemos y que se venden día tras día durante todo el año se conviertan en algo único. Las ediciones especiales y, sobre todo, el reajuste del packaging sirven para convertir en un acontecimiento lo que no era más que una nueva caja que había llegado al punto de venta.

El packaging navideño puede marcar la diferencia, dando una nueva relevancia a lo que los consumidores estaban hartos de ver en los lineales. Uno de los ejemplos más claros de cómo el cambio de diseño se convierte en una experiencia está en Starbucks. Las tazas de Navidad de Starbucks son, año tras año, algo esperado por los consumidores.

Sus diseños se juzgan, se tienden a amar y se convierten en un objeto de deseo. Los compradores van a por la taza, por el placer de usarla y, posiblemente, subirla a sus redes sociales. Lo que empezó como algo más de las cosas que hacían se ha convertido en una seña de identidad y también en uno de esos elementos que afianza su condición de lovemark. Este año, su diseña se inspira en el empaquetado de los regalos porque querían presentarlas de esa manera.

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