
Una mujer se acerca a la góndola, observa un nuevo antitranspirante, lo analiza, lo acerca a sus ojos, lo aleja, siente su fragancia, mira a su alrededor, busca opiniones, vuelve a pensar y lo pone en el carro. ¿Es un simple acto de compra? No, ya no lo es. Esta acción desencadena una cantidad de situaciones y mensajes subyacentes que han tenido su origen mucho tiempo atrás, inclusive antes de pensar como sería el packaging que comunicaría el nuevo producto.
Sí, hoy lanzar un producto involucra una cantidad de decisiones preliminares vinculadas al estudio del target. Es por ello que cuando se piensa en aquella antigua visión que entendía la labor proyectual como simple aplicación de colores y formas sobre soportes rígidos, fríos e inanimados, puede sostenerse sin lugar a dudas que hoy ha quedado sin efecto, gracias al lugar que nos han permitido ocupar las áreas de marketing en sus estrategias comerciales innovadoras.
EL PACKAGING COMO MEDIO SENSORIAL
Gracias a mi amplia experiencia con antitranspirantes hoy podría afirmar que cuando uno entra en el mundo de las marcas, de los procesos de pensamiento y de sus análisis estratégicos, el packaging se convierte en el medio a través del cual un producto trasciende la barrera de lo funcional para transmitir un mensaje vinculado a lo emotivo, a lo aspiracional, a la propia generación de imagen.
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