Por Redacción - 9 Junio 2015
El turismo tiene una larga historia que abarca varios siglos y que ha ido cambiando a medida que se modificaban las condiciones sociales y también las pautas de consumo. Al principio, solo los más acomodados podían hacer viajes y el turismo era algo limitado a esos nobles que se lanzaban al Gran Tour, como vemos siempre en las películas de época. Luego, los adelantos en los medios de transporte modificaron también los hábitos de consumo en viajes y el tren hizo que no fuese necesario ser millonario para irse de vacaciones. Y finalmente la sociedad de consumo y el boom de las clases medias hicieron que viajar fuese algo un poco para todos.
Pero los cambios no se han quedado ahí y si las redes sociales y los móviles (y si internet en general) han cambiado nuestros hábitos de consumo, también lo han hecho en lo que a viajes se refiere. El consumo ha cambiado mucho debido al aumento del uso y auge de estos dispositivos y herramientas, y el mundo de los viajes lo ha hecho con ellos. De hecho, de cada al inminente verano, es casi obligatorio señalar que el móvil y las redes sociales tendrán una importancia más que elevada.
Los usuarios y viajeros ya no se separan de su móvil (y menos en vacaciones)
Las vacaciones son para desconectar. O eso es lo que siempre nos decimos. En vacaciones, uno debe tirarse en una playa, relajarse, disfrutar del buen tiempo y no preocuparse por nada. Sin embargo, los planes para desaparecer durante las vacaciones son cada vez menos factibles porque los consumidores son cada vez menos capaces de desconectar.
Un estudio de Bq, realizado al hilo del verano pasado, señalaba que los consumidores españoles son prácticamente incapaces de desconectar del mundo. Solo un 16% de los españoles deja su móvil en casa mientras está de vacaciones. Nueve de cada diez lo lleva siempre consigo. Eso sí, los usos que se le dan durante el período vacacional están muy relacionados con el turismo. Usarlo como cámara, como GPS o como guía de viajes se ha convertido en lo habitual. Y, además, no solo cada vez reservamos más nuestras vacaciones a través de internet sino que además cada vez empleamos más el móvil para hacer reservas y buscar a donde ir.
Teniendo en cuenta que en vacaciones solo tenemos realmente a mano nuestro smartphone, parece evidente pensar que a él es al que echaremos mano cuando necesitemos realizar cualquiera de estas acciones. De hecho, según cifras de Stikets basadas en datos del verano pasado, durante ese período aumentan las compras realizadas desde móviles y tablets en un 25%.
Las redes sociales son una inspiración para las vacaciones
A los consumidores les encanta hablar de sus vacaciones y de los contenidos turísticos en las redes sociales. Según un reciente estudio de Deloitte para Facebook, un 42% de los usuarios de esta red social comparte "experiencias de viajes" regularmente en sus perfiles. Las cifras son muy elevadas, especialmente si se comparan con los otros temas sobre los que los consumidores hablan en Facebook. Los viajes consiguen que hablen de ellos más del doble de lo que hablan de la siguiente categoría.
Todas estas conversaciones sobre viajes tienen, además, un efecto directo sobre los consumidores y sobre sus hábitos de consumo. Según las cifras de la compañía, los viajes de los demás tienen un impacto en las decisiones de consumo propias en lo que se refiere a nuestras propias vacaciones. Un 48% de los encuestados confesó que había empezado a pensar en las vacaciones tras ver las vacaciones de los demás y un 84% que las vacaciones de sus contactos les dieron ideas para las propias.
La presión del grupo y las experiencias de los otros no solo tienen un impacto en los deseos sino que afectan también a las decisiones reales de compra. Un 90% señala que las recomendaciones de sus amigos suelen ser mucho más adecuadas a lo que les interesa como viajeros que las de las páginas de viajes y un 89% que se quedan más tranquilos cuando un amigo les recomienda un sitio concreto.
Y, además, los propios responsables de los espacios turísticos (como pueden ser las cadenas de hoteles) son cada vez más conscientes de la importancia de la información que generan los propios consumidores en las redes sociales como elemento clave para su negocio. "Se debe aprovechar el contenido que genera, sus historias, experiencias o fotos" y "no tener miedo a las críticas, tomándolas como oportunidad para ofrecerle mejor atención y fidelizarlo", explicaban en unas jornadas.
Las reservas hoteleras se hacen en una red social más
Los consumidores esperan cada vez menos dormir en un hotel de los de siempre. Cada vez les interesan más otro tipo de alojamientos. Como explican en Skift, donde analizan las tendencias en turismo, los viajeros están cada vez más interesados por la comida y las bebidas locales, por el sabor local. "La mayor tendencia que hemos visto en los últimos años es que hay más consumidores que buscan experiencias locales más auténticas", explica una fuente del sector al medio. Esto hace que los establecimientos hoteleros intenten darle ese toque más local a todo su establecimiento. Y esto explica que ahora los consumidores busquen otras cosas cuando andan a la caza de alojamiento.
Las plataformas como Airbnb, que funcionan como una red social, son cada vez más populares para encontrar donde dormir y se ha convertido en una especie de escaparate obligatorio para cierto tipo de espacios turísticos cuando desean llegar al consumidor final. De hecho, este tipo de servicios - como suele ocurrir con prácticamente todos los de la llamada economía colaborativa - incorporan muchos elementos de las redes sociales para gestionar cómo funcionan y también para establecer las identidades de sus usuarios y darles así ese cierto punto de seguridad que los dueños de los establecimientos - casas necesitan para confiarles las llaves de su hogar.
Y en las reservas cada vez nos importa más lo que dicen los demás
¿No miras los comentarios online de los demás cuando reservas un hotel?, me preguntaba con cierto espanto una amiga que luego me dijo que lo primero que hacía antes de quedarse con un hotel era ir a páginas como Booking y TripAdvisor para ver qué decían los demás. Obviamente, confesé, yo hacía lo mismo y si no nos habíamos entendido había sido porque el ruido de la calle se había llevado parte de la conversación.
Los comentarios se han convertido en la cruz (pero también en la bendición, todo depende de en qué lado de la balanza se haya quedado uno) de los establecimientos de la industria del turismo. Los consumidores son cada vez más conscientes del poder de su voz y también del servicio que hacen a otros viajeros cuando dejan un comentario (y del servicio que les hacen a ellos los comentarios de los demás). Comentar se ha convertido en algo casi obligatorio, tanto que incluso en los baños públicos (al menos eso es lo que acabamos de ver en los del aeropuerto de Santiago) se pueden encontrar códigos QR que redirigen a una página en la que se puede votar la limpieza del espacio.
La importancia de los comentarios es tal que los vendedores se han convertido en una especie de obsesos de los mismos y ya no quitan ojo a lo que dicen los demás. Según cifras de TripAdvisor, un 60% de los gestores de empresas turísticas leen rápidamente los comentarios que dejan los consumidores y comprueban que lo que digan es verdad (para cambiarlo cuando lo que estos dicen son cosas que están mal).
Y no nos olvidemos de los millennials...
Y, como siempre que incluimos en la conversación los entornos sociales o móviles, la propia conversación acaba llevándonos a los millennials. Los miembros de la generación del Milenio son los reyes de estos espacios y son, además, quienes están liderando los cambios de consumo que estos soportes están marcando.
Los millennials son además la generación más lanzada a la hora de cerrar una reserva turística desde sus dispositivos móviles, ya sea una noche de hotel o un billete de avión, como demuestra un estudio de Skift empleando Google Consumer Surveys. Pero además los millennials también tienen otros hábitos de consumo en lo que a viajes se refiere. Prefieren destinos diferentes, apuestan por viajes más baratos o buscan elementos distintos cuando llegan a un lugar.