Por Redacción - 25 Noviembre 2024
En la última Asamblea de Socios Compromisarios del Real Madrid, Florentino Pérez advirtió sobre la crisis que enfrenta el fútbol debido a la falta de innovación y visión de sus dirigentes, comparando la situación con el colapso de la famosa cadena de videoclubs Blockbuster frente al auge de Netflix. "Nuestro querido deporte está herido de gravedad. Nunca la situación estuvo tan deteriorada como ahora", afirmó el presidente madridista.
Para ilustrar su punto, Pérez recordó la historia de Blockbuster, una empresa líder en el alquiler de películas que en su momento llegó a estar valorada en 7.700 millones de dólares. A pesar de su éxito, Blockbuster rechazó una oferta de 50 millones de dólares de Netflix, una compañía que supo adaptarse a los nuevos tiempos apostando por el streaming. Incapaz de reinventarse, Blockbuster quebró en 2010 tras cerrar más de 9.000 tiendas en todo el mundo.
"Nosotros no queremos ser Blockbuster", sentenció Florentino, subrayando la necesidad de que el fútbol adopte un enfoque innovador para atraer a las nuevas generaciones.
El presidente del Real Madrid no escatimó en críticas hacia Javier Tebas, presidente de LaLiga, así como a los responsables de UEFA y FIFA. Según Florentino, estas instituciones mantienen un modelo obsoleto con calendarios saturados, precios elevados y una falta de adaptación a las demandas del público moderno. "El fútbol está perdiendo valor y la liga española no es una excepción. Si no se actúa pronto, podemos terminar en la quiebra, igual que Blockbuster", advirtió.
La comparación entre el colapso de Blockbuster y la situación actual de la Liga de fútbol española es un claro reflejo de cómo la incapacidad para adaptarse a los nuevos tiempos puede llevar a una crisis irreversible. Tal como ocurrió con la cadena de videoclubs, que se negó a modernizarse frente al surgimiento del streaming, la Liga sigue aferrada a un modelo tradicional que no conecta con las demandas de las nuevas generaciones de aficionados.
El principal problema radica en los altos costes para acceder a los partidos, lo que aleja a una parte significativa de su público y fomenta la piratería como alternativa. Esta rigidez, unida a la falta de innovación, ha llevado a una caída constante en la audiencia, tanto a nivel local como internacional. Mientras otras industrias del entretenimiento han sabido adaptarse ofreciendo contenido más accesible y flexible, la Liga permanece estancada en una estructura que resulta cada vez menos competitiva en un mercado global.
La Liga podría convertirse en el próximo "Blockbuster" del fútbol europeo si no toma medidas para adaptarse a las nuevas demandas del mercado y las necesidades de los aficionados. Así como Blockbuster ignoró las señales de cambio en la industria del entretenimiento al no apostar por el streaming, la Liga está en riesgo de quedar rezagada por mantener un modelo rígido, con altos costes de acceso y una desconexión con las generaciones más jóvenes.
La creciente pérdida de audiencia, unida al impacto de la piratería, refleja un descontento entre los aficionados, que buscan opciones más asequibles y modernas para disfrutar del deporte. Al mismo tiempo, otras ligas y competiciones están explorando formas innovadoras de captar la atención global, como la transmisión en plataformas digitales, precios más competitivos y experiencias interactivas. Si la Liga no reacciona a tiempo, podría perder relevancia frente a competidores europeos que están más dispuestos a adaptarse a los nuevos tiempos, siguiendo un camino similar al de Blockbuster, que pasó de ser un gigante de su sector a la irrelevancia y, finalmente, a la desaparición. La clave para evitar este destino está en reinventar su modelo de negocio, priorizando la accesibilidad y el interés de los aficionados en un mundo cada vez más digital y competitivo.
Tal como Florentino Pérez señaló en la Asamblea del Real Madrid, si no se actúa de inmediato para modernizar el modelo de negocio, el fútbol corre el riesgo de seguir los pasos de Blockbuster, que pasó de liderar el mercado a desaparecer por completo. La clave está en entender las nuevas dinámicas de consumo, como el streaming y las plataformas digitales, para recuperar a un público que busca accesibilidad, innovación y precios razonables. Florentino Pérez cerró su intervención reiterando la necesidad de un cambio estructural para garantizar el futuro del deporte rey. “Estamos ante un desastre absoluto. Si seguimos así, el fútbol no podrá competir en un mundo que exige innovación y capacidad de reinvención”.
Los derechos televisivos de LaLiga están asegurados por Movistar y DAZN hasta 2027, pero su acceso sigue siendo limitado, ya que solo dos operadores, Movistar y Orange, ofrecen la competición completa en sus plataformas. Para los aficionados, disfrutar de todos los partidos supone un desembolso significativo, ya que el servicio está asociado a los paquetes de fibra y telefonía que comercializan estas compañías. Según un estudio de la OCU, Movistar se posiciona como la opción más costosa para seguir el fútbol en su totalidad. La tarifa más económica para disfrutar de todo el contenido asciende a 113,90 euros al mes, incluyendo fibra óptica de 600 Mbps y una línea móvil con 30 GB. Si el consumidor se limita únicamente a las competiciones nacionales, el coste se reduce ligeramente a 100,90 euros mensuales.
Pero si analizamos los números encontraremos que durante la temporada 2022/2023, LaLiga reportó unos ingresos totales recurrentes de 4.889,6 millones, un aumento del 15% respecto al ejercicio anterior. Este crecimiento, se debe principalmente al aumento en ingresos comerciales gracias a mejoras en la explotación de patrocinios y acuerdos, así como al incremento en ingresos de matchday impulsado por un récord histórico de asistencia a los estadios. A nivel europeo, la facturación total de las ligas de fútbol creció un 16% hasta alcanzar los 35.300 millones de euros en la misma temporada, según datos de Deloitte. La Premier League lidera nuevamente con ingresos de 6.967 millones de euros (+8,1%), beneficiándose especialmente de los nuevos acuerdos por derechos televisivos, que incrementaron en un 11% los ingresos promedio de sus clubes, superando por primera vez los 300 millones de libras por equipo.
Sin embargo, LaLiga continúa enfrentando cuestionamientos sobre su transpariencia y la distribución de sus ingresos. Aunque espera repartir alrededor de 1.500 millones de euros provenientes de derechos televisivos esta temporada, una parte significativa de lo generado —más de la mitad— se destina al propio funcionamiento de la institución. De los derechos televisivos, el Real Madrid recibirá aproximadamente 143 millones de euros, mientras que el FC Barcelona ingresará alrededor de 130 millones. Esta disparidad, junto con el elevado porcentaje de ingresos que retiene LaLiga para su gestión, ha llevado a críticas que sugieren que el organismo está priorizando su propio beneficio económico sobre el de los clubes que conforman la competición.
Exactamente, la situación actual de LaLiga puede interpretarse no como un negocio en crisis inmediata, sino como un modelo en riesgo de estancamiento que podría derivar en un declive si no se adapta a los cambios de la sociedad y las nuevas formas de consumo de medios. Aunque los ingresos totales recurrentes de LaLiga reflejan una aparente estabilidad financiera, con crecimientos significativos en áreas como los ingresos comerciales y la asistencia a los estadios, estos números no necesariamente garantizan su sostenibilidad a largo plazo.
Los derechos televisivos de LaLiga están asegurados por Movistar y DAZN hasta 2027, pero su acceso sigue siendo limitado, ya que solo dos operadores, Movistar y Orange, ofrecen la competición completa en sus plataformas. Para los aficionados, disfrutar de todos los partidos supone un desembolso significativo, ya que el servicio está asociado a los paquetes de fibra y telefonía que comercializan estas compañías. Según un estudio de la OCU, Movistar se posiciona como la opción más costosa para seguir el fútbol en su totalidad. La tarifa más económica para disfrutar de todo el contenido asciende a 113,90 euros al mes, incluyendo fibra óptica de 600 Mbps y una línea móvil con 30 GB. Si el consumidor se limita únicamente a las competiciones nacionales, el coste se reduce ligeramente a 100,90 euros mensuales. Por otro lado, Orange ofrece una alternativa algo más accesible si se contrata únicamente fibra (1 GB), con un coste de 80,95 euros mensuales, lo que permite a los consumidores explorar opciones de línea móvil con otros operadores. Sin embargo, si se incluye una línea móvil en el paquete, el precio se eleva a 105 euros al mes. En total, disfrutar de todo el fútbol, incluyendo LaLiga, Champions, Europa League y otras competiciones internacionales, representa enfrentar un gasto mínimo anual de 970 euros, dejando claro que seguir el deporte rey sigue siendo un lujo para muchos aficionados.
El paralelismo con Blockbuster es evidente: una empresa que, pese a registrar ingresos estables en su momento, ignoró las señales de cambio en las preferencias de los consumidores y quedó obsoleta frente a modelos más innovadores como Netflix. De manera similar, LaLiga enfrenta el desafío de responder a una audiencia que demanda accesibilidad, precios razonables y formatos de consumo más adaptados a la era digital. A pesar de su fortaleza económica actual, LaLiga podría enfrentar problemas si no aborda cuestiones críticas como los altos costes del visionado, que fomentan la piratería, y la desconexión con generaciones más jóvenes, menos dispuestas a consumir fútbol a través de formatos tradicionales. Si bien las cifras sugieren estabilidad, la falta de innovación en un mercado competitivo y cambiante podría convertir este éxito financiero en un espejismo de corto plazo, dejando a LaLiga en una posición vulnerable frente a competidores más ágiles como la Premier League o ligas que han comenzado a experimentar con nuevos modelos de negocio.
El colapso de Blockbuster y el auge de Netflix transformaron la industria del entretenimiento y afectaron la piratería.
La transición al streaming con Netflix ofreció a los usuarios una forma legal, accesible y conveniente de ver películas y series, lo que redujo el incentivo para recurrir a la piratería. Mientras Blockbuster no logró adaptarse a las nuevas tecnologías, Netflix aprovechó la expansión de Internet para ofrecer un modelo de suscripción mensual que otorgaba acceso ilimitado al contenido. Además, Netflix comenzó a producir su propio contenido, lo que reforzó su modelo de negocio y consolidó su éxito.
Sin embargo, Javier Tebas parece aferrarse a la idea de que el modelo actual de fútbol televisado, con altos costes de acceso, es sostenible y no enfrenta riesgos inmediatos de colapso, rechazando la posibilidad de un escenario similar al de Blockbuster. Sin embargo, en el trasfondo de su gestión, su lucha está marcada por la amenaza constante de la Superliga Europea, un proyecto que, de concretarse, podría alterar radicalmente el panorama del fútbol europeo.
La Superliga no solo plantea una competencia directa con LaLiga, sino que también tiene el potencial de atraer a las principales marcas globales y desviar el interés de los grandes medios, lo que provocaría una drástica devaluación de la liga española. Este temor subraya una realidad que Tebas no puede ignorar: el actual modelo económico, basado en exclusividad y altos precios, podría no resistir el embate de una competición que ofrezca mayor espectáculo y, posiblemente, una experiencia de consumo más accesible y moderna.
El dilema para Tebas y LaLiga está en adaptarse o arriesgarse a quedarse atrás. La resistencia a bajar los costes de acceso o explorar modelos más inclusivos puede mantener los ingresos a corto plazo, pero también deja a LaLiga vulnerable a un cambio disruptivo en el ecosistema del fútbol europeo, como lo sería la Superliga. Si bien públicamente el discurso de Tebas parece subestimar esta amenaza, internamente parece claro que su lucha por frenar este proyecto refleja su preocupación por las consecuencias devastadoras que tendría para el valor y la relevancia de LaLiga en el escenario global. La situación ha reavivado el debate sobre si el modelo actual de LaLiga fomenta realmente un crecimiento equitativo y sostenible para todos sus equipos, o si se ha convertido en un negocio más lucrativo para la organización que para los propios clubes.