Por Redacción - 2 Enero 2025
El FC Barcelona y la marca “Barça”, enfrentan una de las etapas más difíciles de su historia, no solo por sus problemas financieros, sino también por una serie de conflictos legales y acusaciones de corrupción que han afectado gravemente su reputación. En los últimos años, el club ha acumulado enormes deudas y pérdidas económicas, lo que lo ha colocado entre los más endeudados del mundo, comprometiendo su competitividad y deteriorando la percepción pública de su gestión.
El último y más reciente de los episodios ha puesto de manifiesto la crisis financiera del Barça para inscribir a jugadores como Dani Olmo y Pau Víctor. Las restricciones financieras impuestas por LaLiga y la negativa a inscribir a estos futbolistas, sumadas a la desestimación de las medidas cautelares por parte de los tribunales, han evidenciado la precariedad económica que atraviesa el club. Para superar estas restricciones y cumplir con las normativas de LaLiga, el club estaba buscado generar ingresos adicionales, incluyendo la venta de palcos VIP en el renovado Camp Nou. Un "acuerdo" que hubiera permitido al club cumplir con las normas del fair play financiero pero que no ha podido culminarse a tiempo. De forma paralela, esta estrategia ha generado críticas y preocupaciones. La oposición al presidente Joan Laporta ha aumentado, exigiendo explicaciones sobre la gestión financiera y la venta de dichos palcos cuestionando la transparencia de estas operaciones y su impacto a largo plazo en la estabilidad económica del club.
A esta crisis económica se suman los problemas legales que han salpicado a la directiva de Joan Laporta pero la cadena de conflictos y problemas viene de largo. El club está siendo investigado por posibles prácticas corruptas relacionadas con pagos irregulares al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, Enriquez Negreira. Las acusaciones de corrupción han sumido al Barça en un escándalo que está afectando su imagen, con la Fiscalía abierta a investigar los pagos realizados entre 2001 y 2018, lo que ha desatado un fuerte malestar tanto en la opinión pública como en sus propios seguidores.
La gestión de Laporta ha sido objeto de duras críticas, no solo por la falta de soluciones a los problemas financieros, sino también por su incapacidad para registrar a nuevos jugadores debido a las restricciones impuestas por LaLiga. Las obras inacabadas del Camp Nou y la desmovilización de los aficionados son claros indicios de una crisis de gobernanza que amenaza con dañar aún más la imagen del club. De hecho, en las últimas horas, el movimiento 'Som un clam' ha pedido la dimisión del propio Laporta y su junta directiva, calificando la gestión como un "fracaso" y pidiendo un "cambio de rumbo", instando a los socios a movilizarse para exigir la salida del actual equipo de gobierno.
La crisis financiera, legal y de gestión del FC Barcelona no solo está afectando a la institución desde un punto de vista deportivo, sino que también está comenzando a tener un impacto serio en su marca y en las relaciones con sus patrocinadores.
Lo que alguna vez fue un símbolo de éxito y valores deportivos, ahora se está convirtiendo en una "piedra en el zapato" para las empresas que han apostado por la entidad a través de contratos de patrocinio. En este sentido, hemos de destacar que el Marketing, como disciplina, tiene como uno de sus pilares la asociación con marcas que aporten valores positivos y consistentes, especialmente cuando se busca un "transvase de valores" entre la entidad patrocinada y la marca patrocinadora. Sin embargo, con los recientes escándalos, las dificultades económicas y la gestión de sus directivas, los patrocinadores del Barça enfrentan a la gran problema de que está perdiendo credibilidad a nivel global.
El caso de Nike parece la excepción, pero hemos de entender todo ello en un contexto donde la propia marca deportiva también se encuentra entre la espalda y la pared debido a sus malos resultados financieros. De hecho el propio CEO de Nike parece confiar en el marketing de marca para que el negocio vuelva a crecer mientras la empresa cambia su estrategia ante la caída de los ingresos. Y eso ha llevado a Nike a saltarse su filosofía de valores deportivos para seguir apostando por un club deportivo envuelto en todo tipo de conflictos y problemas que al final también se ven reflejados en su reputación como marca. Los detalles del contrato siguen siendo en gran parte desconocidos, pero lo que se había anunciado como el mayor contrato de patrocinio deportivo en la historia del deporte no ha logrado sanear las cuentas ni cumplir con la prometida regla 1:1 que la directiva había asegurado alcanzaría.
El caso de Spotify podría traer sorpresas e imprevistos, ya que el retraso en la finalización del estadio está afectando los planes de patrocinio. Esto está retrasando la estrategia de "naming" del estadio, lo que está diluyendo el impacto que la plataforma musical había previsto a lo largo de todo este proceso.
El retraso en la finalización del estadio y el afectado "naming" puede retrasar la visibilidad de Spotify en el mercado. Esto diluye el impacto de la marca al no poder aprovechar momentos clave para su reconocimiento y asociarse con eventos importantes. Además, afecta la estrategia de patrocinio al no poder cumplir con los plazos acordados, lo que podría generar incertidumbre con los patrocinadores y reducir el retorno de inversión esperado. El enfoque de Spotify para generar una fuerte presencia a lo largo del tiempo se ve alterado, afectando la cohesión de su campaña de marketing.
La falta de recursos económicos obligó a la directiva de Laporta a devaluar varios de sus activos, comenzando por el culebrón de Barça Studios, que sigue sin resolverse. En el caso de Barça Studios, la productora central de la oferta audiovisual del club, el FC Barcelona lleva meses intentando vender el 49% de la sociedad. La falta de compradores dispuestos a pagar por esta participación revela la devaluación de la marca Barça.
La incapacidad de vender una participación en Barça Studios revela que la gestión financiera y la falta de una estrategia clara para aprovechar sus activos han afectado la percepción del mercado. Esto puede generar desconfianza entre los inversores y afectar la reputación del club, ya que una marca pierde valor cuando no es capaz de mostrar su capacidad para generar ingresos o asegurar su estabilidad económica a largo plazo. De este modo, la devaluación de este activo clave subraya una crisis de confianza en la fortaleza de la marca Barça, la cual se refleja en una menor disposición por parte de los compradores a invertir en una participación significativa de la empresa.
El problema radica en que la confianza en Laporta ha disminuido considerablemente, y esa desconfianza empieza a afectar a las marcas que antes veían al Barça como una plataforma para sus estrategias. Ahora, estas marcas podrían temer verse asociadas con los escándalos y los problemas de reputación que han rodeado al club, lo que podría generarles preocupaciones y complicaciones.
También circulan teorías de conspiración que sugieren que todo lo que está ocurriendo podría ser parte de una demolición controlada, con el objetivo de salvar al club de una ruina anunciada e inevitable en el último momento. Según esta visión, la crisis podría estar siendo orquestada para convertir al Barça en una entidad privada, lo que permitiría una reestructuración completa y un control más directo sobre sus finanzas y decisiones, alejándolo de la supervisión pública y de los riesgos asociados a su actual situación.
Sumado todo ello, el FC Barcelona se enfrenta a una crisis reputacional sin precedentes que traspasa los medios tradicionales, donde la entidad antes poseía más influencia y control.
Ahora, las redes sociales y plataformas como YouTube multiplican el impacto negativo de cada nuevo escándalo en el clan Barça más allá de nuestras fronteras. Estos canales amplifican la crisis al permitir que los incidentes se difundan rápidamente, generando una respuesta inmediata de los aficionados y los medios de comunicación. Esto hace que el club pierda el control sobre su imagen, ya que los comentarios y reacciones se dispersan y se intensifican en tiempo real, complicando la gestión de la reputación a largo plazo.
En realidad, resulta especialmente complicado el controlar una crisis de reputación cuando términos como “Negreira” o “Corrupción” se multiplican asociados a las menciones de la marca Barça en redes sociales y contenidos. La viralización de estos términos genera una percepción negativa masiva que se extiende rápidamente, haciendo que cualquier intento de gestión de crisis se vea minimizado. En un contexto donde las plataformas digitales permiten la creación y difusión instantánea de contenido, la marca del club se ve irremediablemente vinculada a estas acusaciones, independientemente de la verdad detrás de los escándalos. El impacto en la reputación es profundo, ya que las emociones y opiniones de los usuarios se pueden dispersar sin filtros, y cualquier intento de contrarrestar los rumores puede sentirse insuficiente ante la magnitud del ruido generado en línea.
Pero mientras tanto, las críticas a Laporta no cesan, acusándolo de ocultar la magnitud de los problemas y de presentar una imagen distorsionada de la situación real del club. Esta falta de transparencia, sumada a los escándalos legales y las dificultades deportivas, está dañando irreparablemente la imagen del FC Barcelona. La lealtad de los seguidores y la percepción global del club se ven ahora gravemente afectadas por estos escándalos.