
Por Redacción - 14 Abril 2025
Imaginemos por un momento que Jesús de Nazaret y sus doce apóstoles decidieran fundar una agencia de publicidad en pleno siglo XXI. No una agencia cualquiera, sino una cuyo mensaje y propósito no solo aspiran a vender, sino a transformar. La agencia se llamaría “Evangelia Creativa”, y su estructura organizativa aprovecharía los talentos únicos de cada miembro de este legendario grupo para formar un equipo de alto rendimiento, con roles estratégicamente alineados a sus personalidades y trayectorias históricas. Lejos de ser una ocurrencia trivial, esta analogía permite entender cómo la esencia de cada apóstol podría traducirse en habilidades contemporáneas aplicables al mundo de la comunicación y el marketing.
Esta analogía creativa, nos ofrece además, una mirada profunda sobre cómo los arquetipos y las virtudes de estos personajes pueden encontrar ecos en los desafíos actuales del marketing, la publicidad y la comunicación. “Evangelia Creativa” no es solo una agencia imaginaria: es un modelo de cómo los valores, la diversidad de talentos y la visión compartida pueden construir algo que trasciende el negocio para tocar el alma.
Obviamente y para comenzar, al frente de la agencia, como CEO y Director de Inspiración, situamos al propio Jesús. Su liderazgo no se basa en la jerarquía, sino en la autoridad moral y la visión. A lo largo de los Evangelios, Jesús demostró una capacidad prodigiosa para conectar con distintos públicos mediante un storytelling simple pero poderoso, basado en parábolas que comunicaban verdades profundas a través de imágenes cotidianas. Su enfoque humanista, su empatía radical y su claridad en el propósito hacen de él un líder natural para dirigir una agencia centrada en el impacto, más que en el simple rendimiento comercial. Es, en muchos sentidos, el estratega de marca definitivo: alguien que logra que su mensaje sobreviva generaciones, transformando la cultura.
Pedro, por su parte, ocuparía el rol de Director de Cuentas. En su papel original como apóstol, Pedro destacó por ser impulsivo, apasionado y, sobre todo, intensamente comprometido. Fue a él a quien Jesús confió "las llaves del Reino", lo que hoy podríamos traducir como la gestión de relaciones críticas. Su fortaleza estaría en su capacidad para sostener y consolidar el vínculo entre cliente y agencia, asegurando que las expectativas se cumplan sin perder el norte emocional de las campañas. Aunque propenso a actuar antes de pensar, su lealtad y carisma lo convierten en el mediador ideal en negociaciones complejas.
En el ámbito de la creatividad, el papel de Director Creativo recaería sobre Juan. Reconocido por ser el más introspectivo y emocional de los apóstoles, Juan escribió un evangelio profundamente simbólico, alejado de la crónica factual y centrado en el significado trascendente del mensaje. Esto lo convierte en el alma poética del equipo, el encargado de traducir los conceptos abstractos en imágenes y narrativas que conmuevan. En una era de saturación informativa, su sensibilidad sería crucial para desarrollar campañas memorables que conecten emocionalmente con el público.
Santiago el Mayor asumiría el mando como Director de Producción. Su presencia constante en los momentos clave del ministerio de Jesús demuestra su perfil operativo, de acción y cercanía. En un equipo creativo, su rol sería garantizar que las ideas se ejecuten con precisión y eficiencia. No basta con tener una visión brillante: hace falta alguien que se arremangue y la convierta en realidad tangible. Santiago es esa figura: fuerte, fiable y capaz de coordinar esfuerzos entre creativos, técnicos y proveedores.
Andrés, hermano de Pedro, destacaría como estratega de contenido digital. En los relatos bíblicos, fue él quien trajo a otros discípulos a Jesús, lo cual refleja su habilidad para conectar a las personas con una causa. En un entorno digital, esa capacidad de atracción se traduce en conocimiento de audiencias, comprensión de los algoritmos y un don para crear contenidos que se viralizan de manera orgánica. Andrés no solo sabe qué decir, sino también cuándo, cómo y dónde decirlo para generar tracción.
Por su naturaleza escéptica y exigente con la verificación de hechos, Tomás sería el Analista de Datos de la agencia. Su necesidad de evidencias tangibles lo convierte en un garante de la efectividad: el encargado de medir el impacto real de las campañas, analizar las métricas, aplicar pruebas A/B y desafiar las suposiciones con datos. En un mundo regido por los KPIs, Tomás encarna la mirada crítica necesaria para evitar el autoengaño creativo y fomentar decisiones informadas.
Mateo, el antiguo recaudador de impuestos, tendría un papel esencial como Director Financiero. Su experiencia previa en la gestión de recursos lo hace idóneo para administrar presupuestos, negociar con proveedores y asegurar la viabilidad económica de los proyectos. En la agencia, Mateo representa la tensión sana entre creatividad y rentabilidad, garantizando que cada acción tenga un retorno medible y que las finanzas estén alineadas con el propósito.
Felipe encontraría su lugar como especialista en experiencia de usuario y diseño de interfaces. Su carácter inquisitivo y su insistencia en tener explicaciones claras reflejan la preocupación del usuario común por comprender los procesos. En términos de UX, esto se traduce en un compromiso con la claridad, la simplicidad y la eficiencia. Felipe velaría porque las campañas no solo sean bellas, sino también funcionales y accesibles.
Bartolomé, descrito como alguien "sin doblez", se encargaría de la identidad visual y el branding. En un entorno donde la coherencia y la autenticidad son esenciales para construir confianza, Bartolomé sería el guardián de la marca. Su trabajo consistiría en asegurar que todos los puntos de contacto con el público reflejen los valores fundamentales de la agencia, evitando contradicciones y manteniendo una imagen sólida.
Simón el Zelote, perteneciente a un grupo con ideales revolucionarios, sería el responsable de las campañas virales. Su fuego interno, su energía disruptiva y su inclinación a desafiar el statu quo serían clave para desarrollar acciones de guerrilla marketing, activaciones atrevidas y campañas sociales con alto impacto. En una industria que premia la audacia, Simón es quien pone el dedo en la llaga con inteligencia estratégica.
Santiago el Menor, por el contrario, asumiría una labor silenciosa pero vital: la dirección de Recursos Humanos. Con una presencia discreta, es el apóstol ideal para mediar en conflictos, cuidar del clima laboral y asegurar la cohesión del equipo. Su rol es el de quien sostiene el corazón del grupo, garantizando que los talentos puedan florecer en un ambiente sano, justo y colaborativo.
Judas Tadeo, asociado tradicionalmente con los casos imposibles, tendría una función tan sensible como necesaria: la atención al cliente y el soporte en situaciones de crisis. En una industria donde los imprevistos son constantes y los reclamos inevitables, su templanza, empatía y disposición para ayudar serían fundamentales para mantener la reputación de la agencia y la satisfacción de los clientes más exigentes.
Por último, no podemos obviar la figura de Judas Iscariote. Inicialmente confiable y encargado de las finanzas, traicionó al equipo vendiendo la campaña central por intereses personales. En términos organizativos, su historia representa una alerta sobre la ética en la gestión de la reputación pública. Tras su salida, Matías fue elegido para ocupar su lugar, asumiendo un rol clave como consultor de reputación online y ética de marca. En un mundo donde la transparencia y la integridad son valores diferenciales, Matías se convierte en el referente para la construcción de confianza a largo plazo.

