
Esta es una de esas ocasiones en las que ante el aprendizaje cabe preguntarse, ¿qué es la causa y qué el efecto?
La profesión de Community Manager fue vista en sus orígenes como totalmente innovadora y con un cierto matiz de “excesiva facilidad de acceso y éxito” lo que derivó en serios obstáculos que las marcas no supieron solventar y que terminaron con su reputación online.
Somos humanos así que aprendimos de nuestros errores y, la profesión de Community Manager comenzó a ser ejemplo inequívoco de nuevo líder de opinión. Todos queríamos ser Community Manager y nos preguntábamos una y otra vez ¿Quien puede ser Community Manager? ¿Son los gestores de comunidad realmente expertos en áreas específicas que- además- cuentan con las habilidades sociales necesarias para generar el ansiado “engagement”? o ¿son simples ilusionistas que venden comunidades con muchos fans y seguidores en las que se muestra un servicio al cliente eficiente que avanza armónico y sin sobresaltos en crecimiento horizontal?
Sería altamente recomendable decir que un Community Manager es el equilibrio entre ambas cosas. No debemos olvidar que si algo tiene esta nueva cultura empresarial basada en el emprendimiento individual, especializado y en asociación, es la exigencia, que se basa en un constante proceso de aprendizaje, especialización y perfeccionamiento. Combinar la creatividad con la planificación, ya sabemos que es clave para evitar las crisis en las redes sociales.
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