Una de las grandes preocupaciones de las empresas que cuentan con presencia es Internet reside, además de en obtener la máxima visibilidad, en ofrecer una imagen online lo más impoluta y positiva posible. El problema es que en la red ni todo son emoticonos sonrientes ni vivimos en un paraíso jipi de «paz y amor» , sino que a diario debemos afrontar críticas negativas por parte de clientes y de los temidos trolls. Cómo hacerlo de forma inteligente es el quid de la cuestión y el leit motiv de este artículo, porque la reputación online no es una asignatura que podamos dejarnos para septiembre. Labrarse una buena imagen digital es un trabajo arduo y laborioso, destruirla de un plumazo solo depende de una mala decisión que actúe como desencadenante de un «efecto dominó». Aprende bien las reglas del juego si no quieres salir «tocado y (lo que es peor) hundido».
No olvides que la famosa cita latina del senador Cayo Tito, «Verba volant scripta manent» («las palabras se las lleva el viento, pero lo escrito permanece») está ahora más de actualidad que nunca gracias a los buscadores, esas inmensas bases de datos convertidas en hemerotecas virtuales. ¿Por qué la piedra filosofal no está en mi poder si soy el alquimista?
La fulgurante evolución del Universo 2.0 está provocando que la atención al cliente haya rebasado todas las fronteras hasta extrapolarse a una realidad virtual, donde las SERPs (Search Engine Results Pages) de los buscadores almacenan y recuperan las diferentes menciones online de nuestra marca repercutiendo directamente en su imagen digital. Una desafortunada gestión de una crisis de reputación online puede perseguirnos durante años aunque se trate de un error puntual. Y es que los profesionales de una marca deben de «tener la grandeza de admitir sus errores, la suficiente inteligencia para sacar provecho de ellos y ser disciplinados para corregirlos», parafraseando al experto en liderazgo John C. Maxwell. Así, cualquier entidad debe saber encajar las críticas con deportividad para hacerles frente con la máxima diplomacia y sin dejarse llevar por el calor del momento. Coincidiendo con Cristina Aced, me atrevo a confirmar que el principal desafío al que se enfrenta la comunicación corporativa en Internet es a la pérdida de control sobre el mensaje. Las informaciones vertidas sobre nosotros ya no dependen directamente de nuestro equipo sino de los usuarios, clientes o no, que nos citan en sus intervenciones públicas y que luego Google indexa. S.O.S, están dilapidando mi marca, ¿Qué hago?
Lo primero es mantener la calma y JAMÁS tomarnos el comentario como algo personal, sino situarnos en la distancia y desde la humildad, de la forma más imparcial posible, intentar empatizar con el usuario. Todos nos hemos podido sentir en algún momento decepcionados o maltratados por alguna marca o empresa.
Lo mejor será fijar una estrategia y reaccionar rápido con una respuesta inmediata, preferentemente en el mismo canal, para que nuestra empresa se vea lo menos perjudicada posible. La gran ventaja de responder en el mismo sitio radica en que el usuario que aterrice en él través de los resultados de búsqueda conocerá tu versión y defensa antes de juzgarte.
Además, siempre evitaremos responder con soberbia, prepotencia, ataques directos, etc. Si hemos cometido un error, lo primero es reconocerlo y pedir perdón (si lo ha hecho el Rey don Juan Carlos, ¿por qué nosotros no?), pero tampoco en exceso, porque estaremos dándole más importancia de la que debería tener. 1. Plan Estratégico de Gestión de Crisis
Como en cualquier servicio de atención al cliente o postventa, lo primero que deberíamos hacer para gestionar correctamente nuestra reputación es contar con un protocolo de actuación. En este indicaremos las pautas básicas ante determinadas situaciones de emergencia (seguro que os suena la expresión «apagar fuegos»). En esta guía práctica debemos estipular aspectos como cuándo se debe eliminar un comentario, qué vías de comunicación utilizaremos en cada caso, cuándo convocar un gabinete de crisis, etc. El manual de estilo de RTVE para profesionales de los Social Media es un buen modelo para hacernos una idea. Con el tiempo iremos adaptando las normas, ampliándolo o corrigiéndolo en función de nuestras experiencias. 2. Monitorizar los comentarios para prevenir crisis
Existen herramientas para detectar los comentarios realizados sobre nuestra marca como Google Alerts, Online Semantics, BackType, BlogPulse, Google Blog Search, Technorati, Monitter, TweetBeep, Socialoomph o Twitter Search, entre otras. 3. Identificar al usuario o «Quién dijo qué y por qué»
Cuando nos encontramos con un comentario negativo, lo primero es investigarlo y recabar el máximo de información posible para determinar quién es su autor y qué busca.
Si se trata de un cliente insatisfecho o con un problema real, debemos actuar exactamente igual que lo haríamos en un contacto directo: ofreciéndole soluciones y un trato muy cuidado (¡hay que mimarlos!). La mayoría de los usuarios están dispuestos a darnos una segunda oportunidad si no se sienten ignorados y se les trata con consideración. Solo haciendo nuestro su problema podremos recuperar la confianza.
Ser resolutivos y redirigirlo a nuestro canal de atención al cliente para darle un trato personalizado y privado será la mejor opción. No obstante, si la queja se ha realizado por un canal público, siempre deberá recibir una respuesta pública, a través de la misma plataforma, que demuestre que el tema está zanjado y que se ha dado una solución. La sombra de la duda también es nociva para tu marca.
Un caso bien distinto es si nos topamos de bruces con un troll (sí, sí, ese majete que por H, por B o por Z se ha propuesto hacernos la vida imposible y echar por tierra esa marca que con tanto amor engendramos y vemos crecer cada día).
Estos usuarios no realizan comentarios espontáneos, fruto de la disconformidad, la decepción o la mala experiencia con algún servicio o producto, sino malintencionados. Tras ellos suele esconderse la competencia, un exempleado «quemado», el miembro de una campaña de reputación negativa contra nosotros o similar. Su objetivo es socavar nuestra imagen pública a cualquier precio.
Estos son los casos más complicados de tratar y, una vez detectados, lo mejor es bien ignorarlos después de sopesar las consecuencias, bien desenmascararlos o, incluso, denunciarlos. 4. Dime cómo me criticas y te diré qué tipo de troll eres
Aprende a detectarlos para actuar de la manera más eficaz en cada caso.
5. Diferentes escenarios, diferentes guiones
Los comentarios negativos deben clasificarse también en función del lugar y del contexto en que se emitan. Dependiendo de la plataforma utilizada dispondremos de mayor o menor poder sobre ellos y su grado de repercusión variará. Lo primero será evaluar el alcance, la audiencia y consecuencias, así como las herramientas disponibles para hacerle frente.
En definitiva, Internet es una plataforma abierta donde las marcas se socializan abriendo canales de comunicación directos con sus clientes, y, como tales, deben aprender a gestionarlos de forma inteligente. Responder en público, pero dialogar en privado es la clave. En una sociedad digitalizada, la reputación online cada vez es más importante, es nuestra carta de presentación, capaz de encumbrarnos o de hundirnos, porque ni siquiera el Titanic fue al final insumergible ante un iceberg.