
Aquellos que subestimaron el poder de las redes sociales para impactar a las masas y ampliar exponencialmente la repercusión del mensaje, han podido comprobar la magnitud de su error.
El control de las redes sociales no está en poder de unos pocos, sino que es un medio democratizador de la comunicación. De otra parte, no hay nada peor que un usuario agraviado, para que su voz se imponga con fuerza por encima de la marca más poderosa. El último ejemplo lo hemos podido presenciar a raíz de la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi (Rusia).
Ante un evento de tales características, con repercusión mundial, las marcas se esmeran en preparar su estrategia de marketing, con el fin de impactar a los millones de personas que seguirán la actividad deportiva. Es una oportunidad única para impactar a las masas y ensalzar el buen nombre de la marca, vinculado al espíritu deportivo.
Sin embargo, este año las marcas no han podido colgarse su medalla de oro en esta competición olímpica. La gloria de los juegos olímpicos de Sochi han quedado ensombrecida por la rey homófoba en contra de la homosexualidad aprobada en Rusia. Un hecho que ha llevado tanto a colectivos, como organizaciones y usuarios a mostrar públicamente su repulsa, utilizando para ello el canal más mediático por excelencia: las redes sociales.
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