Relacionarse con influencers aporta valor a tu actividad, a tu marca, a tus aportaciones. Son una "publicidad colateral" novedosa, mucho menos cargante y para postre, mucho más económica que cualquier otra acción en los medios. Marcan tendencia, aunque sólo sea porque la mayoría están tan alerta a las novedades que llegan a todo antes que el resto de los mortales. Además, comunican tanto y tan bien que a veces incluso pueden explicar tus productos mejor que tú, contando cómo los utilizan o hablando largo y tendido sobre lo que más les ha gustado. Incluso a veces sus comentarios animan a la mucha gente que les escucha a la compra.
Bien, hasta aquí no puedo estar más de acuerdo. Donde mi adhesión al marketing de influences empieza a hacer aguas es en los siguientes interrogantes:
Es como apostarlo todo al que chilla más, olvidando al que apenas habla. Entonces, ¿es que están los influencers sobrevalorados y no marcan ninguna diferencia en tu negocio? Ni hablar, quede claro. Toda ayuda para darte a conocer es poca, sobre todo si eres pequeño: sería como intentar convencer a un grupo musical desconocido de que no haga de telonero de otro más famoso.
Los influencers están más que bien, pero en mi opinión no son mucho mejor que el resto de gente que avala tu marca. Échales un ojo, pero plantéate que la clave del éxito es siempre "picar en la mina". Trabaja por encima de todo la satisfacción y la lealtad del grueso de tus clientes de "a pie", esperando que la recomendación que puedan hacerte, la digital también, venga sola. Aunque el esfuerzo sea mayor, casi siempre renta más muchos pocos que pocos muchos.
Yo nunca dejo de intentar ponerme en la piel de mis clientes. ¿Qué atrae más, un hotel con unos pocos comentarios excelentes o el que tiene muchos, incluidos los pésimos, pero que acaba siendo bien valorado?
Pogamos huevos en ambas cestas.