Por Redacción - 14 Marzo 2016
Hace unos meses, Miliki fue trending topic en Twitter. Los tuiteros publicaron homenajes y repitieron mensajes y canciones populares del artista. Y, sobre todo, Twitter y Facebook se llenaron de mensajes de pésame y contenidos de duelo por el reciente fallecimiento del payaso. En toda esta lista de contenidos y toda esta lista de mensajes había unas cuantas verdades y una gran y terrible mentira. Todos los mensajes que recuperaban su trabajo estaban lanzando verdades a la red, pero el por qué lo estaban haciendo partía de una premisa completamente falsa. Sí, Miliki había muerto, pero lo había hecho ya hacía tres años.
El caso Miliki (en el que todo apunta que todo empezó porque un lector encontró una noticia de El País, pensó que era reciente, la compartió en Facebook y empezó un viral) fue una de esas serpientes informativas que hacen que todo el mundo hable de algo, aunque ese algo sea bastante cuestionable. Fue también uno de tantos ejemplos de que en internet los usuarios tienen el clic y el comentario muy rápido... pero no tanto la lectura.
Más o menos por las fechas de la muerte (tres años tarde) de Miliki, en una conversación entre periodistas (y sí, los periodistas acaban muchas veces hablando de su trabajo cuando están tomando un café), escuché (y no era la primera vez) quejas sobre uno de los grandes problemas de los periodistas que trabajan en medios online. Cuando se publica un link con un contenido en redes sociales, este se suele llenar de comentarios de lectores que la mayoría de las veces no ha leído el contenido. Ahí está quien critica que la foto no sea del protagonista de la noticia (y que no ha hecho clic y por tanto no ha leído que aunque la foto no es del protagonista de lo que se cuenta en Facebook sí lo es del contenido más amplio de la noticia), quien acusa al periodista de mentir porque no apunta que a o que b (y que si lo hace, aunque en el titular no cabe todo el contenido de la noticia) o quienes simplemente entran en un debate (algo que suele ocurrir cuando la noticia es sobre algún tema que invita a la polémica) aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.
Más allá de los comentarios en sí (que muchas veces olvidan que el pobre periodista que escribió el contenido es humano y que ciertas cosas no son muy agradables de leer sobre uno mismo), lo que los periodistas suelen comentar es que todo el trabajo que se ha hecho en el tema en cuestión parece que no sirve para nada porque los lectores no son lectores en realidad, sino solamente repartidores de me gusta rápidos. Esto es, nadie parece leer a lo que le ha dado me gusta y nadie parece leer con atención las cosas antes de comentarlas, criticarlas o compartirlas. Si se ha logrado crear un titular atractivo, el trabajo está hecho. El contenido se viralizará a la velocidad de la luz.
¿Es la percepción de los periodistas real? ¿Estamos simplemente dando a me gusta porque el tema nos interesa, porque quedaremos bien o por lo que sea sin leer? Lo cierto es que los estudios dan la razón a la percepción.
Lo que dicen los estudios
Un estudio de Chartbeat apuntaba hace poco que la mayoría de los consumidores no leen más allá de la mitad del artículo y (mucho más impresionante) un 10% solo lee la parte visible del mismo. Otro estudio contemporáneo indicaba que el 14% de los tuits que son retuiteados tienen cero clics (y por tanto cero lecturas) y que un 16% tenía una media de más retuits que clics y por tanto lecturas. Este estudio demostraba que los consumidores "recomparten" contenidos en Twitter porque les gusta el titular o el tema les parece interesante, pero no tanto por lo que el contenido en sí está diciendo. Al fin y al cabo, no saben realmente lo que ese contenido está diciendo.
Las cosas no están cambiando con el paso del tiempo y, a pesar del boom de los contenidos de lectura reposada en la red, en las redes sociales lo general sigue ser lo de apostar por el clic rápido. Como apuntan en un estudio de Chartbeat que acaba de ser hecho público y que complementa los estudios anteriores, no se debería emplear el éxito o el fracaso de los contenidos en las redes sociales como una manera para media la audiencia porque unas cosas y otras son completamente diferentes. Lo que consigue mucho engagement no es necesariamenet lo más leído.
Así, en su estudio han comparado lo que ha sido lo más popular de la red en 2015 con lo que ha sido lo más compartido en Facebook. Por un lado, se han quedado con las tres noticias más leídas (y lo han medido con tiempo de permanencia, lo que hace que hayan partido de lo que realmente se ha visto). Por otro, han extraído las tres noticias que tienen más interacciones en Facebook. En la lista primera hay un artículo sobre el ISIS de The Atlantic, uno de Wired sobre la ciencia detrás de por qué el famoso vestido era azul para unos y blanco para otros y un artículo de la BBC sobre el timeline de los ataques terroristas en París. ¿Son estos los artículos que han arrasado en interacciones en Facebook? En absoluto. El artículo con más engagement en Facebook fue uno sobre un hombre que escribió una canción hace 44 años y cómo reacciona al escucharla ahora (spoiler alert desde el mismo titular: llora) que publicó Little Things. Tras este artículo está uno sobre la gente optimista y que todos llegan tarde de Elite Daily y otro de Fox News sobre un crucero temático de The Walking Dead.
Los internautas siguen consumiendo contenido informativo, pero se entregan a la interacción rápida con contenidos inofensivos y "monos". Las cosas no cambian en Twitter. La gráfica de lo que se comparte y lo que realmente se lee demuestra claramente que muchos retuits no implican un montón de clics en la noticia.