
Por Redacción - 6 Septiembre 2017
El marketing con influencers se ha convertido en una de esas cosas de moda en el mundo de la comunicación y del marketing. Los buenos resultados logrados en las estrategias con influencers han hecho que el interés vaya en aumento, así como la constatación de que los influencers se han convertido en una de las pocas soluciones a los problemas a los que marcas y empresas se enfrentan ahora mismo.
Los mensajes de las marcas son cada vez menos relevantes para los consumidores, sepultados en medio de una avalancha de información. A eso se suma el hecho de que estos son cada vez menos receptivos a lo que las marcas tienen que decirles y mucho más críticos, lo que ha complicado las cosas. Los influencers son una suerte de vía alternativa: a los consumidores les interesa lo que tienen que decirles y además valoran sus opiniones y las tienen en cuenta.
Los influencers son voces autorizadas y valiosas, algo que los consumidores reciben bien y algo que las empresas quieren usar para sus propios fines. Por ahora todo han sido buenos titulares y estudios positivos, pero no por ello hay que olvidar que, como en todo, no todo el monte es orégano y no es todo oro lo que reluce. Los influencers también tienen sus problemas.
Por un lado, cada vez hay más presión a la hora de controlar qué dicen y qué hacen estas figuras. No se han hecho cambios legislativos (por ahora) pero diversos organismos de diferentes países ya se han manifestado de forma muy crítica sobre la relación de marcas y empresas e influencers. Cuando al influencer la empresa le paga, al final, está haciendo publicidad y el consumidor merece saberlo. Ahora mismo todo esto se mueve en un escenario bastante gris.
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