Por Redacción - 24 Octubre 2017

Uno de los grandes problemas de las redes sociales es ahora - o al menos lo es para las marcas que las emplean como plataforma para llegar a los consumidores - sus algoritmos. El algoritmo que controla lo que ve y lo que no ve el usuario en su feed es uno de los grandes elementos de tensión, ya que hace que los consumidores reciban o no lo que las marcas y empresas quieren que reciban. El gran objetivo de los responsables de redes sociales está en, por tanto, aprender qué deben hacer para blindar sus posiciones ante el algoritmo de turno y conseguir así que sus contenidos sean capaces de saltarse su censura. En Facebook, los responsables de redes sociales han tenido que ir aprendiendo, olvidando y volviendo a aprender a hacer las cosas con cada cambio de algoritmo. En otras redes sociales, están empezando a crear sus estrategias de trabajo.

Eso es lo que está sucediendo en Instagram, la red social que era la gran esperanza en lo que a alcance se refiere y que se ha convertido en la última en la que hay que aprender lo que el algoritmo quiere. Instagram era el gran paraíso del alcance orgánico, el escenario en el que se podían conseguir todas las cosas. Pero, como suele ocurrir en estas historias, la situación ha cambiado. Instagram ya no es el paraíso del alcance orgánico, sino un escenario más controlado por algoritmos en el que hay que saber cuál es la llave para posicionarse mejor.

Por supuesto, y como suele ocurrir en estas cosas, nadie sabe exactamente qué es lo que quiere el algoritmo de Instagram, aunque todos están deseando comprenderlo y descubrirlo y, por supuesto, todos están creando teorías sobre lo que hace que funcionen las publicaciones y lo que hace que no lo hagan. Los niveles de engagement, la relevancia que tendrá para el usuario partiendo de sus intereses, la cantidad de veces que ha interactuado con esa cuenta o las búsquedas que ha realizado, el momento en el que se publica, las veces que se ha publicado o el tiempo que los usuarios dedican a ver tus actualizaciones son algunos de los elementos que los responsables de redes sociales creen que el algoritmo de Instagram tiene en cuenta para decidir qué sirve a cada quien.

Y a eso se suma que incluso cuando se comprenden esas cosas, no se obtienen los resultados buscados. Como recuerdan en Digiday, los marketeros creen que Instagram penaliza en cierto modo todo lo que sea promocional y hace que ocupe posiciones más bajas. Por ello, las marcas tienen que ser capaces de engañar a Instagram. Como apuntan desde una compañía, lo mejor es meter promociones de forma estratégica en lo que han bautizado como sandwiching.

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