Por Redacción - 11 Enero 2018
Una de las reglas que se suelen dar cuando se habla de marca personal y de cómo posicionarse de un modo público es la de contar con una presencia sólida en internet y, en especial, en redes sociales. Y, de todas esas redes sociales, LinkedIn es la más importante, una suerte de Santo Grial de la imagen profesional. La red social está orientada al usuario profesional y a la presencia por tanto, por así decirlo, corporativa.
Cuidar la imagen que se transmite como profesional es muy importante y tener en cuenta qué se publica en el perfil en la red social es determinante para crear una buena imagen. Por ello, es decisivo el cuidar los elementos que te describen, ya sea manteniendo una foto de calidad y reciente o manteniendo actualizados los datos de las explicaciones que se suben al perfil. Compartir contenidos de calidad y relevantes puede ser otra manera de mejorar la percepción de uno mismo como profesional.
Pero lo cierto es no solo eso es importante, también lo es el cómo se relaciona uno con los demás y el cómo se interactúa en la red social. ¿Cuáles son por tanto las claves de etiqueta que se deben seguir en LinkedIn?
Ten claras las separaciones
Cada red social sirve para una cosa y se emplea para algo, por lo que es muy importante tener en cuenta lo que separa a unas de otras y lo que hace que unas y otras funcionen. Y si en Facebook se pueden compartir fotos de las vacaciones y en Instagram se espera que se compartan imágenes de la comida que se va a tomar (es casi un clásico de esa red social), en LinkedIn ese tipo de contenidos sobran. LinkedIn es una red social profesional y una en la que los contenidos deben ajustarse a ello. Las fotos de las vacaciones aquí no tienen mucho sentido, pero tampoco lo tienen otro tipo de contenidos que ni tienen que ver con la imagen profesional ni tampoco la benefician.
No invites a todo hijo de vecino (y no te ofendas si no te aceptan como amigo)
Una de las necesidades que crean las redes sociales a nivel subconsciente es la de ser popular. Queremos tener muchos amigos y queremos tener una nutrida red de contactos, especialmente cuando esos contactos se convierten en potenciales oportunidades en nuestra carrera profesional. Lo importante en LinkedIn - o eso hemos aprendido - es tener una buena red de contactos y una buena conexión con los demás.
Sin embargo, esta cuestión no debe convertirse en una obsesión. Sí, se necesita hacer contactos, pero no, no todo vale. No hay que mandar invitaciones a diestro y siniestro para hacer crecer el perfil. Piensa realmente en cómo los vínculos con esa persona te pueden resultar interesantes y si os aportáis algo el uno al otro. Y recuerda que igual que uno tiene el derecho de lanzar una invitación, el otro tiene el derecho a no aceptarla (y no pasa nada si eso es lo que ocurre).
En serio, no necesitas un millón de amigos
Y es que quizás no estaría de más destacar que no sé necesitan millones de amigos. No es una cuestión de cantidad, sino de calidad y lo importante no es tener una cuenta abrumadora de contactos, sino que esos contactos valgan para algo. De hecho, presumir de la cantidad de contactos (y sí, posiblemente no pocas personas han recibido alguna vez una invitación en la que se le señalaba lo interesante de conectar con el que invita porque tenía X contactos a su vez) es posiblemente una falta de etiqueta.
No hagas spam
Por spam se entiende desde publicar de forma masiva links que llenen el timeline de los demás de cosas - especialmente de cosas que no son más que autobombo - hasta el aprovechar que ahora se pueden enviar mensajes al nuevo contacto para abrumarlo con correos internos. Sí, cierto es que si te hacen una entrevista en tal medio o que si has conseguido tal logro tienes que publicarlo en tu perfil, pero no implica pasarte el tiempo haciéndote autobombo. Solo hay que pensar en cómo se verían esas cosas si se estuviese hablando en una conversación de café en una conferencia en la que se intenta hacer networking, por ejemplo, para comprenderlo.
No mientas
Y no solo porque el refranero ya dice que es muy fácil pillar a un mentiroso, sino porque además comprobar la veracidad de la información en la red social es muy fácil. No solo no deberías mentir, sino tampoco inflar cargos, responsabilidades o tiempos de trabajo.
No presiones para que te escriban una recomendación
Las recomendaciones son una de las herramientas que tradicionalmente han funcionado a la hora de encontrar un nuevo trabajo o de crearse una imagen profesional. Estos mensajes son como una suerte de sello de garantía que demuestra que se es lo que se está diciendo que se es. LinkedIn, con su herramienta para dejar opiniones sobre los demás, hace que contar con recomendaciones sea más fácil… pero también ha creado otra situación, el de tener que pedir a tus contactos que dejen una opinión sobre ti. Y aquí es casi mejor dejar que las cosas fluyan de forma orgánica, porque no hay nada peor que ser el pedigüeño de las recomendaciones, que presiona a sus contactos para que escriban sobre su yo profesional.
No hagas que los otros se sientan incómodos
Y es que ese pedigüeño permite introducir el siguiente punto: no se debe hacer nada que haga que los demás se sientan incómodos en la red social. Perseguir hasta el aburrimiento a aquel contacto al que se le pidió una opinión no es una buena idea, como tampoco entrar en otros comportamientos que pueden hacer que al otro lado los demás se sientan un poco violentos, como pedir que te presenten a alguien, escribir mails pidiendo/exigiendo cosas a alguien con quien no se tiene confianza o siendo un pesado que manda spam de forma recurrente o que mete a sus contactos en mails con miles de destinatarios.
No seas un pelma de LinkedIn
Quizás, la norma básica que puede resumir todo lo que no se debe hacer o no hacer en la red social es el de evitar ser el pelma de LinkedIn. Ni tienes que compartirlo todo, ni tienes que esperar que todo el mundo esté al otro lado esperando para hablar contigo en todo momento, ni debes acosar hasta el aburrimiento a tus contactos. LinkedIn debe ser un complemento a tu jornada laboral, un elemento más, no un espacio en el que se estén haciendo cosas 24 horas/7 días y esperando que los demás lo hagan también.